Hachas
Tras cuyos golpes resuena la madera,
¡Y los ecos!
Ecos que parten
Desde el centro, como caballos.
La savia
Brota como las lágrimas, como el
Agua que se esfuerza
En restablecer su espejo
En la roca,
Deshaciendo y horadando
Este cráneo blanco,
Carcomido por las malas hierbas.
Años después, vuelvo
A encontrármelas por el camino:
Las palabras secas y sin jinete,
El estruendo incansable de los cascos.
Mientras,
Desde el fondo de la charca, las estrellas fijas
Gobiernan una vida.
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