Me gustaría que vinieras,
claro, pero si estuvieras acá
quién iba a mandarme cartas.
Prefiero que me escribas
-no lo tomes a mal.
Es lindo recibir cartas:
las apilo, sin abrir,
en este rincón del escritorio.
Puedo tocarlas hasta a ciegas,
tu letra inquieta adentro.
Te rugo: no dejes
de mandarme postales aunque no salgas
de la casa.
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