¡Todo está dicho ya!… ¡Qué tarde llego!…
Por
los hondos caminos de la vida
pasaron
vagabundos los poetas
rodando
sus cantigas:
cantaron
los amores, los olvidos,
anhelos
y perfidias,
perdones
y venganzas,
zozobras
y alegrías.
Siglos
y siglos, por el ancho mundo
la
canción peregrina
sube
a los montes, baja a los collados,
en
los bosques suspira;
cruza
mares y ríos, llora y muge
en
vientos y celliscas;
se
queja en el jardín abandonado,
en
las flores marchitas,
en
las cosas humildes, en las tumbas,
en
las almas sombrías.
Todo
el mundo es querella, todo es himno,
todo
el mundo es sollozo y poesía…
Y
yo vengo detrás de ese torrente
que
al universo encinta,
con
una canción nueva entre los labios
sin
poder balbucirla:
porque
ya no hay palabras, no hay imágenes
ni
estrofas y armonías,
que
no rueden al valle penumbroso,
y
suban a las cimas,
y
salven los abismos,
colmando
las medidas
de
las voces humanas
y
los sagrados sones de las liras…
¡En
este mundo lleno de canciones
ya
no cabe la mía!
Loca
y muda la llevo entre los labios
sin poder balbucirla…
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