Esta es tu niña. Ya no es tal. Conoce
las guerras de los dieciocho años
y el agrio vino de los desengaños.
No es la mística ardiente de los doce
ni la sin ley, lasciva quinceañera,
ni cree ser nada ya de cuanto era.
Ha olvidado lo que una vez fue suyo,
dice que está cansada, envejecida,
que ya no sabe qué hacer con su vida.
No es la niña feliz que fue tu orgullo.
basta si, simplemente por clemencia,
la admites a tu altísima presencia.
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