Siempre
hay curiosidad por leer cualquier nueva publicación del Premio Nobel de Literatura
2014. Un novelista de largo recorrido y un autor con un tema recurrente: la
memoria “Tinta simpática” es un
relato existencial donde reflexiona sobre la identidad, los afectos, la
memoria, el tiempo y el olvido.
Patrick Modiano siempre
fiel a sus temas. Desamparo, dolor, silencio: he aquí su fascinante mundo
novelístico.
SINOPSIS: Un aprendiz de detective
llamado Jean Eyben recibe el encargo de la agencia Hutte, para la que trabaja,
de seguir el rastro de una mujer. La mujer se llama Noëlle Lefebvre, y el joven
investigador la persigue infructuosamente. Treinta años después, retoma por su
cuenta ese caso y continúa las pesquisas.
En esos dos periodos de
tiempo, Eyben va en busca de un fantasma. Recorre las calles por las que ella
transitó, trata de encontrar alguna carta, localiza una agenda, habla con
personas que la conocieron, husmea en su tal vez agitada vida sentimental. Y lo
que van aflorando son pistas difusas, ecos del pasado: un Chrysler
descapotable, un tal Sancho, un verano, un lago, un aspirante a actor...
Sombras, retazos de memoria, recuerdos que el tiempo distorsiona o borra.
¿Quién es Noëlle Lefrebvre, la mujer en fuga, la mujer desvanecida? ¿Y quién es
Jean Eyben, el hombre que sigue su huella, el hombre que vive obsesionado por
su ausencia?
“Tinta simpática” es un Modiano en
estado puro, una obra en la que os sumerge en su peculiar manera de ver las
cosas y sus obsesiones, a través de una historia que se presenta con aires
detectivescos, desarrollada en el París actual.
Es
una novela sobre la escritura, un relato metafísico sobre el estrecho vínculo
entre la palabra y la memoria, los signos y el olvido. Defraudará a los que
busquen una novela policial, pero fascinará a los que disfrutan con las tramas
reflexivas.
En
la presente ocasión se zambulle en la ficción pura y dura. En este caso, Jean
Eyben, un joven aprendiz de detective de la agencia Hutte, recibe el encargo de
buscar a una mujer llamada Noëlle Lefebure. Con pocos datos sobre ella, la
búsqueda será infructuosa. Treinta años después, reanudará aquella
investigación y aunque el entorno es el mismo, las pistas parecen también
diluirse en la niebla de los años.
Una
investigación que parece muerta y perdida entre la bruma de los recuerdos de
todas aquellas personas que conocieron a la desaparecida Noëlle Lefabure.
Una
ficción donde se hablará del amor con el estilo poético tan definido del autor.
Un lugar donde el enigma se fusionará con la pasión y la evocación.
Es
curioso el tema al que acude siempre Modiano, el de los recuerdos y en este
caso especialmente, el del olvido: esos espacios en blanco que puede ser que de
repente regresen a nosotros cuando ya los creíamos perdidos o que no aparezcan
nunca más. Una preocupación constante en el hombre, la de su propia identidad y
la posibilidad de perderla al quedar sin memoria.
El
protagonista va escribiendo su proceso de investigación en un cuaderno, cuyas
páginas coinciden con las de la novela que estáis leyendo.
El
cuadro que desencadena cualquier narración de Modiano se caracteriza por unos
pocos elementos: hay algo que buscar, por lo general, una persona; los motivos
que justifican esa búsqueda son inexplicables, caprichosos, irracionales, el
resultado inmediato es insatisfactorio; la pulsión a favor de esa búsqueda se
sostiene en el tiempo aunque hayan desaparecido las razones originales que la
justificaban. El tiempo agrega periódicamente, pequeñas piezas al rompecabezas;
pero nada hace asegurar que el enigma se resuelva.
Modiano
construye con estos tules un espacio mítico. Y cuánto se agradece que, para
narrarla, el autor, os deslice su estilo depurado y desintoxicante. El hechizo
de la fábula posmoderna no se rompe en ningún momento.
Sutilmente
os atrapará en una red de sutilezas, os tendrá conquistados hasta el final con
su finura.
Ese
escenario hecho de palabras en el que el escritor francés explora el laberinto
de la memoria y del olvido. El hombre es sólo un transeúnte que lo va olvidando
todo, en el que las preguntas muchas veces conducen a nuevos enigmas. Una
novela absorbente, puro virtuosismo literario de un maestro que, libro a libro,
va depurando su estilo.
La
literatura escrita desde la autenticidad siempre acaba imponiéndose. Cuando es
muy personal y de un estilo muy marcado.
En
efecto, la vida se entreteje con hilos embrollados, es fragmentaria y
escurridiza y está repleta de misterios.
De
verdad, no es para menos el librito que nos ocupa. Sus páginas fantasmales
traen, desde la lejanía, la voz de un Modiano insuflada sobre el personaje de
Jean Eyben, un aprendiz de detective.
Desde
el primer instante vemos en el protagonista el reflejo de una inquietud
existencial que permanecerá dentro de él. Cabe señalar que parece haberse
aferrado a esa inseguridad como garantía de autenticidad de sus obras. La
timidez de su protagonista es el medio y el mensaje, y el autor balbuceó hasta
el último día como alguien que fue testigo de una muerte dudosa. El desamparo
central de Noëlle Lefebure es ante una página vacía o atiborrada.
Patrick
Modiano es el escritor del desamparo. Sus personajes buscan el calor humano que
el pasado les negó y a él se aferran como lapas. Sus personajes, incluso los
más velados y tenues, se imponen a la imaginación del lector con la importa de
los sueños. Y la atmósfera, que rodea como una tela de araña sus historias, se
enseñorea del argumento, de los personajes, para acabar siendo la fina
sustancia de su literatura. Una pirueta narrativa.
En
casi todas estas novelas el escenario es París. Una ciudad convertida en
complejo personaje literario que corresponde a las emociones, las dudas y los
heroicos fracasos del narrador. El París de Modiano late, sufre, recuerda.
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