Por los malos caminos iba,
Eran dolorosamente inseguros y
Tus manos queridas me guiaron.
En el horizonte lejano, pálidamente,
lucía una frágil promesa de alba;
Y tu mirada fue la mañana.
Ningún ruido, salvo sus pasos sonoros,
Nada estimulaba al viajero.
Y me dijo tu voz: "¡Sigue caminando!"
Mi corazón, temeroso y sombrío,
A solas lloraba, por esa triste senda;
El amor, vencedor maravilloso,
Nos reunió en la felicidad.
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