viernes, 8 de febrero de 2019

ROMANCE LENTO.




 

Mis manos acarician
el torso de la sombra.
Desnudo por mis dedos
se ha deslizado y tiembla
un palpitar lejano
de luces y de nieblas...

Yo siento por mi cuerpo
esa nostalgia honda
del silencio enterrado
debajo de las piedras.

Un sollozar oscuro
se pierde en la penumbra
de la tristeza fría
que el alma entera sueña...

El cielo brota muerto
encima de la tierra.

domingo, 3 de febrero de 2019

APUNTES SOBRE MI PASO POR EL INVIERNO.


 

Olvidarte es convertir
una herida en un recuerdo,
el concepto del amor
va cambiando con el tiempo.

Ya se fueron esos dos
ya no hay ángeles con sexo,
la palabra soledad
se termina dando un beso.

Despreciar es no saber
cuanto la echarás de menos,
ya se fueron esos dos
ya no hay ángeles con sexo.

Fui capaz de convivir
con la ausencia de su cuerpo,
ahora debo conseguir
prescindir de su recuerdo.

No es lo mismo abrazar
en un bar que en un entierro,
nuestra infancia solo es
una herida sobre el cuerpo.

Ser feliz es entender
que este es el mejor momento,
que el concepto del amor
va cambiando con el tiempo.

sábado, 2 de febrero de 2019

EL ESPEJO.



Me instalo frente a ti, miro tus ojos
y vigilo el espacio donde tu voz me busca.
Me estremece el dolor del encuentro imprevisto,
la sed con que te acercas al borde de mi sombra,
el hueco que descubres en la luz de mi espejo.
La soledad me arropa. Sólo en la noche existo.
Y nunca me detengo sobre el mismo minuto
en el que tú te apoyas para seguir llamándome.
Suéñame de otro modo. Sacude el saco triste
del idioma heredado. Cuéntale a las palabras
las historias oscuras que sólo tú conoces;
diles cómo te asusta mi presencia y mi odio,
cuánta muerte te cuesta acariciar mi huida.
A veces, en el centro mismo de tu pregunta,
me reconozco y corro hacia otra oscuridad:
es amargo encontrar al final de un abrazo
mi propio grito erguido y mi propio deseo.
Por eso me divido, me desdoblo y me hundo
en heridas distintas: me da miedo encontrarte.
Tu sonido es el mío. Tu tristeza, tus ropas
saben a mí, y me escuece el recuerdo adherido
al tiempo conciliado, al tiempo único
en que la conjunción habitó nuestras sangres.