domingo, 26 de noviembre de 2017

MANTEL.







Mi madre tejió un mantel
A croché
En ese tiempo yo no sabía nada
Lo llevaba a todos lados
Me asombraba que tejiera en la oscuridad de un cine
Pero ella lo hacía
Y al día siguiente no sobraba ni faltaba una sola pastilla

Así era mi madre en aquellos tiempos
Una mujer extraña
Trabajaba de día y los fines de semana tejía
Me llevaba al teatro
Yo no la entendía en ese entonces
Las madres de mis amigas permanecían en casa
Cocinaban Las recogían de la escuela Les preparaban la lonchera

Cuando el mantel estuvo terminado
Lo puso en la mesa
Era magnífico
Pero yo en ese tiempo no lo entendí

Era complicado

Me perdía entre sus puntos
Me enredaba en su delicada trama
Veía a mi madre a través de esos anteojos de hilo
Pero ella seguía siendo diferente a las otras:
Trabajaba de día
Bordaba los fines de semana
Y no soportaba demasiado estar en casa

Yo nunca la entendí
Quizá no supe lo suficiente
Tampoco ella me enseñó
Pensó que era demasiado para mí –o muy poco

Ahora mi madre dice que no puede hacer nada con sus manos

El mantel permanece guardado entre los estantes

Yo me llené de diplomas
Y no sé bordar.

sábado, 25 de noviembre de 2017

CUENTO EXTRAÑO PARA NIÑOS RAROS.






 

Érase una vez un cuento, un cuento huraño,
un cuento raro para niños raros:

Esto no es un cuento al uso,
es un cuento sin princesas,
sin palacios, sin caballos,
sin enanos.
Políticamente correcto.
(¿no es extraño?)
Tampoco hay bosques encantados
ni príncipes enamorados.

Aquí no hay hadas madrinas con varitas mágicas,
en este cuento no hay magia, porque no es un cuento mágico.

No hay brujas malísimas con la nariz llena de granos,
los sombreros no tienen pico ni las escobas, gato.

No hay manzanas envenenadas que duermen a las princesas,
no hay zapatos de cristal. No hay apenas nada…
Pero, oye: nada de nada.

Este cuento es más chino que otra cosa
porque los príncipes no son valientes
y van vestidos de rosa.

Aquí las ranas son sólo ranas y saltan
pues eso… de charca en charca.
No hay casitas de chocolate,
ni Pulgarcitos ni Blancanieves.
Los espejos dicen mentiras
y te gritan: ¡qué fea eres!
Y esta frase, para que rime,
lleva relieve…

Es éste un cuento estrafalario,
enigmático, heteróclito –¡toma!–
(para que lo busques en el diccionario.)
Este cuento no te lo cuentan ni te lo leen en la cama,
este cuento te lo inventas así, sobre la marcha.
Aquí no hay Caperucitas Rojas
ni lobos que comen abuelas.
Tampoco hay cazadores ni reinas de corazones
sólo hay palabras huecas para rellenar hojas.

Este cuento es un cuento tonto, aburrido, sin sentido,
Es un cuento sin cabeza ni pies
¡Está todo al revés!
Nadie fue feliz y nadie comió perdiz
Y colorado colorín…
esta historia no tiene fin.
¿No te lo crees…?

¡Léetelo otra vez!

viernes, 24 de noviembre de 2017

BUENAS NOCHES, TRISTEZA.







La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.

No sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.

Pero acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece combatir.

Todo sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.

La vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?