sábado, 25 de noviembre de 2017

CUENTO EXTRAÑO PARA NIÑOS RAROS.






 

Érase una vez un cuento, un cuento huraño,
un cuento raro para niños raros:

Esto no es un cuento al uso,
es un cuento sin princesas,
sin palacios, sin caballos,
sin enanos.
Políticamente correcto.
(¿no es extraño?)
Tampoco hay bosques encantados
ni príncipes enamorados.

Aquí no hay hadas madrinas con varitas mágicas,
en este cuento no hay magia, porque no es un cuento mágico.

No hay brujas malísimas con la nariz llena de granos,
los sombreros no tienen pico ni las escobas, gato.

No hay manzanas envenenadas que duermen a las princesas,
no hay zapatos de cristal. No hay apenas nada…
Pero, oye: nada de nada.

Este cuento es más chino que otra cosa
porque los príncipes no son valientes
y van vestidos de rosa.

Aquí las ranas son sólo ranas y saltan
pues eso… de charca en charca.
No hay casitas de chocolate,
ni Pulgarcitos ni Blancanieves.
Los espejos dicen mentiras
y te gritan: ¡qué fea eres!
Y esta frase, para que rime,
lleva relieve…

Es éste un cuento estrafalario,
enigmático, heteróclito –¡toma!–
(para que lo busques en el diccionario.)
Este cuento no te lo cuentan ni te lo leen en la cama,
este cuento te lo inventas así, sobre la marcha.
Aquí no hay Caperucitas Rojas
ni lobos que comen abuelas.
Tampoco hay cazadores ni reinas de corazones
sólo hay palabras huecas para rellenar hojas.

Este cuento es un cuento tonto, aburrido, sin sentido,
Es un cuento sin cabeza ni pies
¡Está todo al revés!
Nadie fue feliz y nadie comió perdiz
Y colorado colorín…
esta historia no tiene fin.
¿No te lo crees…?

¡Léetelo otra vez!

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