viernes, 29 de septiembre de 2017

EL VIENTO.





 

Se ha de ver en tus manos el viento,
anclado en tus dedos,
alzarse y prenderte.
De llama en tu pelo
-crepúsculo-,
se enrosca a mi cuerpo
y se yergue
hecho cinta y reflejo,
de cobre en tus ojos,
de carne en mis dedos.
Si te das al viento,
date toda hecha
viento contra viento,
y tómame en él
y viérteme el cuerpo,
ante que mi frente,
tú y el viento lejos,
sea sólo roce,
memoria del viento.

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