martes, 31 de octubre de 2017

DE CICATRICES Y SILENCIOS. José Manuel Muñoz Serrano.



Hay libros que se escriben con ganas de éxito para ser leídos, entretener, emocionar o hacer disfrutar al lector. En cambio, hay novelas que se escriben para contar y se convierten en una experiencia para el lector. Precisamente esto ocurre con, “De cicatrices y silencios” de José Manuel Muñoz Serrano, su primera novela tras la publicación de su segundo libro de relatos y poemas: “Pieles en penumbra”.
Yo diría que el autor quiso escribir un libro de búsqueda del amor. De soledad. De pesadumbre constante. De inventar el amor. Pero no de amor.


SINOPSIS: Ambientada en varios escenarios: Bosnia, Rumania y la ciudad de Santander en la década de los 60. El autor destaca lo siguiente: “Las cicatrices provocadas por las violaciones masivas de mujeres musulmanas en la guerra de Bosnia y el avasallamiento del pueblo rumano en la revolución que derrocó al dictador Nicolae Ceausescu vertebran la novela. Unas cicatrices visibles, las de Zana y Vasile, que tratan de ocultar con la vestimenta de los silencios. A medida que se vaya acercando el desenlace, esos silencios se irán desentrañando... El nexo de unión entre ambos será el español Javier que, a pesar de su vida acomodada como empresario de éxito, guarda igual que ellos un inconfesable secreto”.










Curiosa coincidencia, en las últimas semanas he leído dos novelas cuyo argumento gira en torno a fugitivos de una guerra y los graves trastornos que padecen en el lugar donde se refugian. En cuanto a “De cicatrices y silencios” un libro que se enmarca detrás del asedio de la guerra de Bosnia.
Una historia que enamora, con vidas paralelas que caminan afanosamente, con el único objetivo de conocer toda la verdad por dolorosa que ésta pueda resultar. Y que poco a poco, esta irá saliendo a la luz trayendo consigo una serie de biografías cruzadas. A través de, unos protagonistas, cuyos secretos inconfesables y sorprendentes arrastraran a unos y a otros a un torbellino vivencial y emocional que cambiarán sus vidas de manera radical.
Así el escritor, con maestría, construye una narración sobre el sentido de la culpa, la tentación de la venganza y la imposibilidad del olvido, la dimensión de las presencias y las ausencias, los miedos que suscita el peligroso ejercicio de interrogar el ayer, la dificultad de hacer borrón y cuenta nueva o empezar desde cero una nueva vida.
A su vez, según vas leyendo la historia, es fácil comprobar la riqueza expresiva de lo que nos comenta cada testimonio y cada párrafo es un arranque de sinceridad que nos lleva al límite, pero que tiene una indudable utilidad, ya que podemos percibir lo que cada personaje vivió. Indignación, rabia o el resentimiento de dolor de la población civil.
La guerra tiene sus colores, sus olores, su iluminación, su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra dejada atrás, no hay héroes, ni hazañas increíbles; tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana: sobrevivir.
Modelando a su antojo las existencias del rumano Vasile y la bosnia Zana. El nexo de unión entre ambos, donde confluirán las tramas y subtramas de esta espléndida novela, será el español Javier que, al igual que ellos, ocultará con la visibilidad de sus cicatrices los silencios de unos inconfesables secretos. Como telón de fondo, las consecuencias de las violaciones masivas en la guerra de Bosnia, la cruenta revolución rumana.
No obstante, entre sus páginas, tiene dilemas morales y éticos, habla de los deseos humanos y de la voluntad de cambiar todo eso para el propio beneficio de cada uno de los personajes. Superación, olvido… para la condición humana.

Todas las vivencias contadas desde la memoria de lo más íntimo de sus protagonistas, conforman una obra coral cuyo resultado es una única historia: lo que significó y las consecuencias de la guerra.
Cada uno de los cuatro protagonistas creados por el escritor cordobés son héroes, valientes, intrépidos, audaces, pero también lo contrario, sufrirán el miedo, el temor a perder la vida. Puesto que dentro de ese sentimiento hay espacio para la solidaridad, el compañerismo, la compasión, la ternura. Pero sobre todo el silencio, porque al terminar la guerra, ellos tuvieron que callar sus miserias vividas.
Con todo lo dicho, José Manuel Muñoz Serrano, se ha empeñado en subrayar que “De Cicatrices y silencios” no es una novela histórica, sino una novela protagonizada por personajes que fueron claves en un episodio histórico concreto.
Unos personajes muy bien dibujados, muy humanos, llenos de sentimientos, como no podía ser de otra forma. Unos sentimientos que los llevan a grandes pasiones, pasiones de todo tipo: de amor, de odio, de poder, de venganza, de resentimiento, de envidia. Unos personajes, todos ellos principales, todos ellos gozan de importancia, que vamos a querer u odiar dependiendo de las decisiones que tomen para reconstruir su vida; pero que en ningún caso nos van a dejar indiferentes.
Amalgaman una comedia humana en la que nada falta. Es el milagro de la literatura: sumergidas en vidas normales, en personajes que muy fácilmente podríamos identificar en nuestra cotidianidad, alumbran todo tipo de impresiones: las pasiones, los odios, los miedos, la soledad… Cuatro emociones, arquetipo de lo humano, delatores de esas manchas negras que les oscurece el alma como que iluminan virtudes de las que no somos muy conscientes.
Un envite y un desenlace que deja a los personajes, luminosos y con ecos cinematográficos.

Los grandes méritos de esta obra literaria se insertan en la narrativa. En cambio, está escrita desde la cornisa donde observan el mundo los desesperados.
Una novela, pues, construida sobre dudas, incertidumbres pero también el esfuerzo de olvidar y volver a vivir para inundar las calles por las que discurre la acción. Preguntas difíciles de contestar y rastros que tal vez sea mejor no seguir. Porque, como indica una cita de Juan Goytisolo: “Solo conduce a las huellas de nuestros propios pies”.
La prosa de José Manuel –bendecido desde siempre con el don de la musicalidad- se anda en esa extraña región que hay entre la ternura y la dureza, entre lo bruto y lo dulce, entre lo salvaje y lo domestico. Su estilo, estimulante, sagaz, me recuerda a las telas tornasoladas, porque parece siempre a punto de ser otra cosa, de mutar, de convertirse en algo móvil.
La trama de la obra, al verse ligada con la vida real tiene muchos visos de verosimilitud y está muy bien desarrollada. El autor ha sabido mantener la tensión de la historia de una manera muy inteligente para así no perder el interés en la lectura. Con agrado logra que cada palabra sea creíble y articula una trama absorbente: tira del hilo del desvelamiento hacia el pasado y hacia el futuro, dentro de la circularidad de una historia que empieza y acaba.
La obra se lee con gusto, con mucho gusto, parece corta si solo te fijas en el número de páginas. Engaña. Engañan los personajes y engaña la novela. La prosa o la poesía, a veces, cuesta decidir cuál es el territorio donde nos encontramos.
Una lectura en la que de un modo natural nuestra respiración se acompasa a la del lenguaje.

Esta novela me ha atrapado. Dejadme que os anime a leerla. Preparaos para introduciros en la parte más oscura de la psique humana y disponeos a disfrutar de una novela que os dejará un pozo de reflexión.
Un premio al lector, la exhibición de la fecundidad de un escritor en plena madurez creativa y estilística. Palabras mayores.
Seguiremos muy de cerca la carrera literaria de José Manuel. Como leí -no sé dónde- “uno de esos escasísimos escritores que no necesitan escribir largo para decir mucho.
 

 

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