domingo, 18 de abril de 2021

LORCA, LEONARD Y EL PEQUEÑO VALS VIENÉS.

Ilustración autor desconocido.
 

I
¿Por qué este nombre,
que suena tan raro,
como a rasgadura marina,
o a vastedad de arena?
 
¿Por qué este nombre absurdo,
este nombre desgarrado,
que huele a grieta
de la madrugada?
 
Lorca mira,
la cara triste de su padre
los ojos hondos,
los ojos
que de tan hondos,
a ella se le hace
inagotables.
 
II
Lorca desea,
más que una respuesta,
escuchar
el oleaje profundo
que se hamaca
en la garganta
de su padre.
 
Desea escuchar su voz,
subterránea,
oscura
dulce
palpable.
 
De esa voz
nacieron más caricias
que de las misma manos
de su papá.
 
III
Lorca ya escuchó la historia
de su poeta lejano,
ese poeta y su cuerpo fusilado,
su cuerpo desaparecido.
 
"No entiendo -recuerda Lorca
a su padre hablando-
como España no ha excavado con sus manos
todo el campo de Granada".
 
IV
Lorca tiene doce años,
su padre cuanrenta más.
 
Ella desliza su mano
por el brazo interminable
de Leonard.
 
Como un arroyo
sus dedos llegan a la palma oceánica.
 
Como peces pequeños,
lianas,
sus dedos se abrazan,
a los dedos de papá.
 
¿Qué pensás?
-pregunta ella-
"decime si te gusta"
dice él,
y canta el pequeño vals,
y Lorca siente esa voz
que la acaricia,
como un mar,
un vaivén,
cascabel.
 
Comprende Lorca
que s nombre es tal
para oírlo repiquetear
en la voz de papa.
 
 

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