lunes, 4 de octubre de 2021

EL HOMBRE QUE ORDENABA BIBLIOTECAS. Juan Marqués.

El escritor y crítico literario da un salto de la poesía a la narrativa y publica su primera novela “El hombre que ordenaba bibliotecas”.
 
SINOPSIS:
Este libro no trata sobre libros. Trata sobre alguien que, a punto de cumplir cuarenta años, sufre, por primera vez en su vida, una monumental crisis de identidad que implica también una paralizante crisis vocacional. Incluso su relación con los libros, que tan necesarios habían sido siempre para él, se hace ambigua y hasta amarga. Durante esos extraños meses, el protagonista de esta novela sólo obtiene un consuelo inesperado en los encuentros que, primero por trabajo y después por casualidad, tiene con un hombre enigmático con el que establece una curiosa y asimétrica relación intelectual, y que despierta en el personaje el deseo de dedicarse a ordenar o completar bibliotecas ajenas, ocupación en la que, a su vez, irá relacionándose con los seres más estrafalarios, un verdadero catálogo de desórdenes psiquiátricos producidos principalmente por la propia literatura, e incluso por ese mismo libro que estamos leyendo, que a su vez deriva en una cavilación deliberadamente errática, en busca de los asuntos esenciales.
 
 
“El hombre que ordenaba bibliotecas” es también una indagación en la vida a través de los libros. Lo primero que nos dice la solapa, en esos textos que intentan situar, atraer o avisar al lector, es que este libro, a pesar de este título tan literario, tan poético, no os va a hablar de libros. Sí lo va a hacer, pero no de la manera que esperaría ese lector que lee y se fía de fajas, solapas o contraportadas.
El título y la profesión son un pretexto que rodea al protagonista desencantado de los libros, llegado el momento del colapso, decide dejar de leerlos y hablar de ellos como profesión y deriva su trabajo hacia las bibliotecas privadas que precisan un reacondicionamiento caprichoso por las razones más divergentes de sus propietarios. A partir de ese momento, deja de verlos desde dentro para verlos desde fuera. Y tras una conversación con un personaje con el que transita la novela y hará repaso de las cosas de las que de verdad le interesa hablar, en distintas ciudades, de manera un tanto errática, inacabada.
Los libros están y se nombran, el objetivo son las bibliotecas y sus dueños existen, pero no es el tema, porque el tema es la literatura. Es como decir que la vida está invadida por la literatura y cómo escribir desde la literatura para poder hablar de la vida.
 
Argumento original y escritor interesante. Es una novela corta y reflexiva. Cuenta lo menos, pero para expresar más. Puede verse en la brevedad del libro.
Escrito muy en serio, un humor especial invade cada una de las páginas, también reflexiones profundas, tramas complejas y, como buen poeta, algunas imágenes que os invaden visualmente. Con un lenguaje rico y muy bien llevado a la novela desde la poesía. Cumple con el sentido del libro, donde la libertad, a modo de itinerario, vertebra el viaje que emprende el protagonista-autor novelesco, que lo llevará desde Toulouse a su Zaragoza natal, y de allí a Grenoble; transitando entre otras muchas ciudades donde ejercer su peculiar oficio.
La más urgente, en la forma y en el fondo, que la función de los libros es, entre otras, ordenarnos la vida.
 
El protagonista sin nombre de la novela es un crítico de novedades editoriales, corrector y negro literario, que se acerca a la cuarentena y sufre una crisis de identidad.
En esta tesitura, sus dos únicos personajes son actores de una historia original. El protagonista recibe la llamada de un misterioso y afable personaje sin nombre. Entre ambos hombres, la conversación íntima fluye sin que apenas se sepa nada de ellos.
En esta parte, descubriréis que, en “El hombre que ordenaba bibliotecas”, Marqués repasa las vidas de un puñado de hombres y mujeres que viven el amor por los libros en el límite mismo del exceso. Combina, como lo haría un pintor, materiales fríos y calientes, que arrancan una sonrisa o provocan una reflexión crítica.
Por el camino, no hay una página que no contenga una felicidad.
 
Marqués, sin duda, sabe mirar. Como novelista, en “El hombre que ordenaba bibliotecas” su ópera prima narrativa es muy meritoria, un experimento literario apasionante que combina el sabor de la verdad con el aroma de la ficción.

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