viernes, 24 de enero de 2025

POEMA 50.

Ilustración autor desconocido.
 
-Cayo Valerio Catulo-
 
Ayer, desocupados, estuvimos
largo tiempo en mi casa distrayéndonos
en escribir, tal como corresponde,
Licinio, a los que somos refinados.
Medíamos los dos nuestros versitos
con este o aquel ritmo, respondiendo
uno al otro y jugando entre las risas
y el vino. Desde entonces me quedé
inflamado, Licinio, por tu hechizo
y tu humor. Ya ni gozo la comida,
pobre de mí, ni el sueño me permite
cerrar en paz los ojos, sino que
me revuelvo en la cama cerrilmente
enardecido y solo deseando
que llegue el día para hablar contigo
y estar juntos los dos. Hasta que al fin,
agotados mis miembros por la brega,
cayeron en la cama semimuertos,
y después te escribí, feliz amigo,
este poema para que te enteres
mejor de mi dolor. Ahora no oses
despreciar, te lo ruego, estas mis súplicas,
no vaya a ser que Némesis, vengándome,
te imponga su castigo: es una diosa
feroz y has de guardarte de ofenderla.

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