viernes, 13 de diciembre de 2013

EL ESPEJO.



Autor desconocido.

Nunca serás capaz de verte a ti mismo en un espejo. Un espejo puede ser útil para tu aseo, incluso indispensable, pero no  es en él dónde  encontrarás la revelación de ti mismo. No puedes verte orando en un espejo, no puedes comprenderte en un espejo. Tu vida interior, aquella por la que tú mismo te transformas, es una vida que se realiza en relación con el otro. Tan pronto como la mirada vuelve hacia tí, toda la admiración refluye y se vuelve imposible.  Cuando uno se maravilla, es que no se mira. Cuando se ora, es que es que nos volvemos hacia el otro; Cuando se ama verdaderamente es que se está arraigado en la intimidad de un ser querido. Pues es absolutamente imposible verse en un espejo de otro modo que como una caricatura si se pretendía encontrar allí su secreto.

 La vida profunda escapa a la reflexión del espejo; sólo puedes conocerte en el otro y por él. Cuando te olvidas porque estás delante de un paisaje que te arrebata, o delante de una obra de arte que te deja sin respiración, o delante de un pensamiento que te ilumina, o delante de una sonrisa de niño que te emociona, sientes que existes, y es incluso en esos momentos que tu existencia toma todo su relieve, pero la sientes tanto más fuerte que cuando el acontecimiento te aleja de ti mismo (a). Es porque no te miras que ves realmente y espiritualmente, mirando al otro y perdiéndote en él. Este es el milagro del verdadero conocimiento. En el movimiento de liberación  por el que salimos  de nosotros mismos, donde somos suspendidos en el otro,  experimentamos todo el valor y toda el poder de nuestra existencia.

 
En esta mirada hacia el otro, nacemos en nosotros mismos.

Texto de: Maurice Zundel.



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