sábado, 21 de abril de 2018

EL PAYASO RISITAS.






Había una vez un payaso que no sabía reír y, además, cuando salía en el  circo tampoco hacía gracia a los niñ@s que iban a verlo.

       El payaso estaba muy triste (poner cara de triste, apretando los labios suavemente y entornando los ojos). Pero, un día, cuando el payaso estaba medio dormido y a la vez pensando qué hacer para no estar triste y hacer reír a los demás, apareció una hermosa hada madrina y le preguntó:



         - ¿Qué te pasa?



          El payaso con lágrimas en los ojos contestó:



         - Pues que cuando salgo al circo  y hago la función, nadie se ríe. Vamos, no me río ni yo mismo. ¡Mira! No se mueve ninguna parte de mi cara. No puedo levantar los brazos, ni los pies, de lo triste que estoy.

         - Bueno, esto se va a solucionar muy pronto.



         Entonces sacó su varita mágica y dijo unas palabras:



         - ¡Patataaaaaaá! ¡Patatiiiiiií! Todo el mundo a reír (repetir una vez).

         - ¿Ya está? - Preguntó el payaso.

         - Ya está - Contestó el hada - En la próxima función lo veremos. Pero antes tengo   que comprobar si tienes preparada la cara y todo el cuerpo para hacer reír a la gente. Tienes que moverlo todo y entonces seguro que harás reír a tod@s y tú también te reirás y estarás alegre. Yo te acompañaré.



        Y así lo hizo. Comenzó a mover los ojos, los dos a la vez, alternándolos... luego los labios moviéndolos de diferentes formas (pedorretas...).

       El payaso se iba poniendo cada vez más contento porque cada vez movía mejor las partes de la cara y siguió con la lengua moviéndola de un lado a otro, arriba y abajo, dentro y fuera e intentando tocarse la nariz, pasándola por los dientes...

     Todo iba saliendo muy bien y seguía más animado. Luego, comenzó a repetir palabras con palmadas: pa-lo, pa-ta-ta; so-pa, mo-no, ca-fé, si-lla, ven-ta-na, ni-ño, po-zo, de-do... y siguió diciendo expresiones, inventándose diferentes ritmos: oooeee, hooolaaa, hola holaaa, aii, aiiiii, aiii, eoo, eoo, eoooo...

       Después hizo como si fuese a inflar un globo. Tomaba aire por la nariz y soplaba suave por la boca. Después más fuerte para inflarlo mejor, incluso soplaba tres veces seguidas.

     Cuando el payaso vio que todo le había salido estupendamente sonrió y le dio las gracias a su hada madrina y se despidió de ella.



        - ¡Adiós, adiós, muchas gracias!   

 

       Entonces el payaso actuó al día siguiente y muchos más y todos reían con las cosas que hacía (ja, je, ji, jo, ju).
    Nunca más estuvo triste y siempre estaba alegre y riendo. Desde entonces lo llamaban el payaso risitas.

 

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