jueves, 30 de diciembre de 2021

LOS BESOS. Manuel Vilas.

Hoy os traigo la reseña “Los besos” de Manuel Vilas es un libro que sólo por el título llama la atención, esos besos que muchos hemos echado tanto de menos en todo este tiempo de pandemia.
 
SINOPSIS:
Marzo, 2020. Un profesor abandona Madrid por prescripción médica, va hasta una cabaña en la sierra y conoce a una mujer apasionada quince años menor. Él se llama Salvador; ella, Montserrat, y entre los dos crece una confianza plena e inesperada, llena de revelaciones.
Sus encuentros son un gran baño de luz. Salvador se ilusiona y le cambia el nombre, la llama Altisidora, como un personaje del Quijote. Ambos se enamoran y construyen una relación madura, con las prevenciones propias de sus cuerpos y recuerdos: el pasado reaparece constantemente.
Los besos es una novela de amor romántico e idealizado, pero también de piel y amor carnal, de cómo en mitad de una crisis universal dos seres humanos intentan regresar a la patria biológica y atávica del erotismo, ese lugar misterioso donde hombres y mujeres encuentran el sentido más profundo de la vida.
 
 
Si antes Vilas se recreaba en el abatimiento, ahora imprime la misma energía, o más, en glosar lo bello. Continúa con el tema de los sentimientos como eje de la vida, del amor y las diferentes clases de amor que delinean el destino de las personas, la geografía del ser humano trazada por los claroscuros de este sentimiento.
Manuel Vilas crea en “Los besos” una novela intimista y plena que se convierte en un alegato del amor romántico e ideal. Una defensa a ultranza del amor y de todos los significados del verbo amar a cualquier edad, sin más impedimentos ni límites que los que sus protagonistas, un hombre y una mujer en la edad adulta.
La novela arranca, Salvador es profesor de instituto a quien han prejubilado anticipadamente; se desplaza durante un tiempo a una cabaña de la sierra para así huir de la ciudad cuando el confinamiento decretado por el gobierno por culpa de la Covid-19. En esta población serrana, Salvador queda prendado de Montserrat nada más verla, una mujer quince años menor que él que trabaja en el supermercado de la localidad.
Al tiempo, la línea cronológica de 2020 en que sucede el enamoramiento se cruza en un claro desplazamiento al pasado con la de 1981 cuando el protagonista era estudiante en Madrid donde hizo amistad con Rafael Puig, un amigo con quien hablaba de todo lo humano y lo divino en un ámbito de confianza y sana amistad, como nunca jamás volvería a tener, le pone en contacto, con el lado misterioso de la existencia. Esa dimensión mágica, inexplicable racionalmente, se denomina el relato como oscuridad.
De la percha argumental pende también un racimo de observaciones y opiniones producto del caviloso y contradictorio protagonista. Con gusto por la paradoja y en el límite de la ocurrencia se hace un repaso de dispersos asuntos: la identidad, la crisis de las naciones, la falta de pulso en España y la Unión Europea, el dinero, el saber clásico frente a la avasallante tecnología, la libertad individual.
Refleja este conjunto de ideas examinadas que entregan un saldo negativo sobre la naturaleza humana.
Hay en “Los besos” un claro homenaje al amor romántico; a Cervantes, que puso a recorrer España a Don Quijote, un idealista enamorado de un imposible; al amor en la madurez; al ejercicio de la sexualidad en esa edad… En definitiva hay en esta novela una evidente reivindicación de la vida.
Como resultado Manuel Vilas habla en la novela del amor pleno, sin barreras, sin condiciones… sin edad.
De la ilusión de vivir a través de la pasión. El argumento son las reflexiones de un hombre que se asoma a los 60 años en plena irrupción de la pandemia y con una recién abierta crisis personal.
Abrir los labios de la nueva obra de Manuel Vilas y dejarse besar por cada una de sus páginas es un acto de amor a la literatura, a la vida y a la esperanza.
 
La solvencia en esta novela que va increscendo. Comienza en un tono menor, para con el paso de sus páginas ir ascendiendo hasta alcanzar un espléndido, sonoro, humano, comprensivo total. Página a página, alejado de la novela autobiográfica, esta historia explora la condición humana desde los sentimientos y radiografía a dos almas que están deseando amar y que lo consiguen en un marco adverso.
Regala el escritor un juego narrativo de personajes, de estructura, con idas y venidas, de la juventud a la madurez, de vivencias presentes, pasadas y la incógnita del futuro. Todo ello aderezado con la valentía de quién domina las letras y se arriesga.
El estilo es el propio de Manuel Vilas, un estilo reflexivo, introspectivo a veces, dialogando en otras aunque siempre de esa manera indirecta que los narradores fronterizos con el ensayo suelen utilizar. El escritor de Barbastro construye una novela interesante que no deja indiferente. Una obra que conmueve hace reflexionar sobre el mundo que nos rodea, el sentido de la vida, la maternidad, el amor y los besos como una tabla de salvación. Porque es difícil hablar de amor en medio del confinamiento. Algo que sorprende es que uno no ve el confinamiento o la pandemia como algo terrible dentro de esta novela. Porque está narrada desde la esperanza. Todo muy bien engarzado, son forzar nada, con una naturalidad que enamora al lector con su literatura. Y enamora además porque la novela rezuma poesía, musicalidad, filosofía, trascendencia y ante todo trasparencia de sentimientos… cultura de todo tipo.
Sin duda, con “Los besos” afrontaréis una novela intimista y existencial, donde la hondura de la mirada permanece todo el tiempo como si los ojos del escritor filmasen al otro cuerpo y se detuviesen en lo más íntimo de él.
Triste y bella. Inteligente y bella. Distinta y bella.
 
El armazón de los personajes se cuentan con los dedos de la mano, solo tenemos al dúo protagonista, Salvador y Montserrat, alías Altisidora. Dos adultos, con sus cicatrices y sus miedos.
Es en este contexto en el que el protagonista de la novela conoce a una mujer apasionada, Montserrat, que es quien le lleva la compra de la única tienda que hay en el pueblo donde se confina.
Es así cómo nace entre ambos una relación que va más allá de lo ordinario, edificando con sus cuerpos un territorio de resistencia frente al mundo de tinieblas que les rodea.
Reordena magistralmente como un conjunto de meditaciones donde el idealismo, encarnado por Salvador lucha por convivir con el realismo que representa Montserrat, a la que el protagonista llama Altisidora en otra evocación quijotesca, que arrastra briznas de pesimismo en la solapa de sus cavilaciones.
El entorno de la pandemia y sus rarezas son el telón de fondo de un amor, políticos, policías, tenderos y otros personajes se asoman a estas páginas junto con Rafael Puig, un compañero del instituto al que Salvador acude en sus recuerdos, alguien que sin saber por qué está presenta de forma continua en sus pensamientos y al que la historia que cuenta Manuel Vilas le reserva un papel en ella.
 
“Un libro no es literatura hasta que explota algo dentro de quien lo lee”, dijo Manuel Vilas. Una novela valiente, mudable que admite más de una lectura.
 

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