domingo, 7 de junio de 2015

DICEN.





 Ilustración autor desconocido.


Dicen que nos hablas,
Pero jamás oí tu voz con mis propios oídos.
Las únicas voces que oigo
son voces fraternales que me dicen
las cosas esenciales.
Dicen que te manifiestas,
pero jamás vi tu rostro con mis propios ojos.
Los únicos rostros que veo son rostros fraternales
que ríen, que lloran y que cantan.
Dicen que te sientas a nuestra mesa,
pero jamás partí contigo el pan con mis propias manos.
Las únicas mesas que frecuento
son mesas fraternales
en las que es bueno alimentarse con alegría y amistad.
Dicen que caminas con nosotros,
pero jamás te sorprendí mezclando tus pasos con mi propia marcha.
Los únicos compañeros a los que conozco
son seres fraternales
que comparten el viento, la lluvia y el sol.
Dicen que nos amas,
pero jamás sentí tu mano posarse sobre mis propios hombros.
Las únicas manos que he sentido
son manos fraternales
que estrechan, consuelan y acompañan.
Dicen que nos salvas,
pero jamás te he visto intervenir en mis propias desgracias.
Los únicos salvadores que encuentro
son corazones fraternales
que escuchan, animan y estimulan.
Eres a tú, Oh, mi Dios quien me ofreces estas voces, estos rostros, estas mesas,
estos compañeros, estas manos y estos corazones fraternales entonces, en el silencio y la ausencia,
te haces, por todos estos hermanos, palabra y esperanza.

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