La novela está compuesta por veinte capítulos que, como
fragmentos de un espejo roto, cuentan las historias individuales de los
habitantes de Belfondo al mismo tiempo que crean una imagen sólida y compacta
de la vida en el pueblo. Los diferentes personajes se entrecruzan, en mayor o
menor medida, en las diferentes historias, y terminan reuniéndose en el
capítulo o historia final. En Belfondo cabe de todo: desde amores prohibidos o
inconfesados, pequeñas y ridículas venganzas y abusos terribles, hasta trabajos
de lo más curiosos.
Belfondo es una pecera. Un pueblo
creado por un cacique haciendo uso de sus tierras. Hasta él han llegado sus
pobladores para comenzar una nueva vida, para huir del pasado o para asentarse
definitivamente en un lugar donde el amo les proporcione trabajo, comida y
cama. Evitando el exterior, el propietario del pueblo hará de él el único
espacio que realmente vale la pena, el verdadero. A pesar de las experiencias
que algunos han tenido en el exterior,
siempre acaban regresando. Con el paso del tiempo, cada uno ha ocupado su
lugar. Arcadio, como maestro que enseña a todos menos a Otile, su esposa, a
leer y a escribir. Horacio, el enterrador poeta, que se dedica a escribir
epitafios en vida. Sontano, el cura invidente que recibe a Dios sin saber que
éste es, en realidad, la mujer del amo. Beremunda, la prostituta que desconoce
la familiar identidad de uno de sus clientes. Los empleados de la fábrica,
muchos de ellos niños, que callan sus secretos. O la mujer del maestro que, sin
saber leer, intentará interpretar el texto de una carta que, sospecha, es
amorosa. Todos forman parte del microclima de Belfondo y actúan a espaldas del
amo, curiosos por las vidas de sus vecinos, mezclándose atraídos por el deseo y
el remolino de los sentimientos, inocentes y salvajes, pero con la inquietud y
la necesidad de saber qué hay más allá de los límites del pueblo.
Complejo es el mundo en el que
vivimos y nos criamos, deseando siempre escapar hacia la maravilla desconocida,
dejar atrás aquello que avergüenza y estrangula los deseos de nuestros sueños,
las verdades ocultas, apagadas, ponzoñosas de haber sido siempre referidas como
si fueran enfermedades y pestilentes, alejada y oculta y silenciosa la verdad,
sobre todo para uno mismo cuando aquella verdad, no depende de otros.
Hay algo maravilloso en este
Belfondo y es su fuerza, la desfachatez de la juventud de su autora, que pone
toda la carne en el asador en su primera novela. Jenn Díaz, es poseedora de una prosa sencilla y rápida,
que bebe de lo poético y se adapta a la cotidianidad del lenguaje de los
habitantes de esta colonia fabril que es el Belfondo del título. Es ésta una
novela que se devora, un debut cargado de buenos propósitos, una carta de
presentación que augura un futuro prometedor a su autora.

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