martes, 23 de abril de 2013

LA BIBLIOTECA FANTASMA. Cuento David Melling.



Bo se había ido pronto a la cama. No tenía sueño, así que abrió su libro preferido y se puso a leer. Era una fantástica historia sobre una bruja a la que le olían los pies.
Justo cuando Bo estaba llegando a la parte más interesante, que hablaba de calcetines con sabor a fresa, de pronto...
…¡Se fue la luz! Bo sintió un escalofrío.
Algo se movía, susurraba, murmuraba y crujía en al oscuridad.
-¡No veo nada!
-¡Mira bien por ahí!
-¡Ay, esto es mi nariz!
Unas sombras se acercaban cada vez más.
Una mano blanda y pegajosa agarró el libro de Bo. Fue rápido, y como Bo no soltó el libro, ¡salió volando arrastrada por una fuerza misteriosa!
“Lo tengo”, grito alguien.
Bo cerró los ojos para que no le diera vértigo. Por eso no se dio cuenta de que había traspasado las paredes de su cuarto, y de que volaba a través del cielo oscuro hasta una torre muy alta que cinco minutos antes estaba allí.
Cuando Bo abrió los ojos, se encontró en…
“LA BIBLIOTECA FANTASMA”.


-Debo de estar soñando –pensó Bo. Nunca antes había visto un fantasma, aunque sí se los había imaginado y, desde luego, ¡no se parecían en absoluto a los tres fantasmas que estaban plantados delante de ella sonriéndole!
- Ejem… ¡Hola! –dijo el más alto-. Yo soy napias.
-Yo soy Coco –dijo otro, haciendo girar la cabeza en el aire.
-Yo soy Globo –dijo una tercera voz en algún lugar cerca de sus zapatillas-. ¡Qué sorpresa! Bienvenida a la Biblioteca Fantasma.
-¿Qué quieres decir con “que sorpresa”? –exclamó Bo-. Pero si habéis sido vosotros los que me habéis traído hasta aquí.
-Pues, sí –dijo Napias sintiéndose un poco incómodo-. El asunto es que queríamos tu libro, pero tú no lo soltabas. Así que… has venido con él. –Y dio un pequeño tirón al libro que Bo seguía sujetando con fuerza en sus manos.
-Recogemos libros para nuestra biblioteca –explicó COCO.
-¡Pero si está completamente vacía! –exclamó Bo mirando los estantes que había a su alrededor.
-¡Queréis robar mi libro! –dijo Bo enfadada.
-¡Oh, no! –balbuceó Globo.- No somos ladrones. No tenemos libros propios y por eso los “pedimos” prestados a los niños los leemos y luego, al poco tiempo… ¡se los devolvemos!
Los tres parecían tristes. Napias sacó un pañuelo y se sonó la nariz haciendo mucho ruido.
-Vamos a escuchar un cuento -gritó Coco. Todos miraron a Bo: -¿Queréis que yo os lea un cuento? –preguntó.
-Bueno, ya que estás aquí, ¡sería estupendo! –dijeron los tres a coro.
-¡La hora del cuento! –grito Coco.
En ese instante, Bo sintió escalofrío: montones de fantasmas aparecieron volando por todas partes y se sentaron en los estantes.
Cuando la vieron, se pusieron a murmurar por lo bajini con gran revuelo.
-¡Madre mía! ¿Quién es esa?
-No sé, pero espero que sepa contar una buena historia.
Luego el murmullo cesó y la sala se quedó en silencio. Todos estaban esperando.
Bo suspiró. Se sentó en el suelo y se puso a leer su libro la bruja:


“En una oscura y misteriosa cueva vivía una bruja a la que le olían terriblemente los pies, tanto que su gato se tuvo que poner una pinza de ropa en la nariz.
Esto le hacía muy difícil ronronear…
…y así mientras no se quitara las botas, sus pies no olerían mal!”
Bo cerró el libro.
Los fantasmas se habían quedado hipnotizados escuchándola.
-Genial, ¡qué cuento tan divertido! –exclamaron todos-. ¡Cuéntanos otros!
-No –respondió Bo-. Ahora os toco a vosotros. ¿Por qué no me contáis un cuento?
-Oh, no podemos –dijeron avergonzados.
-No sabemos ninguno –dijo Napias.
-Por eso cogemos los libros prestados. Somos Los recolectores de cuentos.
-Pero os podéis inventar el cuento que queráis. Mirad a vuestro alrededor, seguro que se os ocurre algo –dijo Bo.
Coco miró en sus bolsillos. Luego miró en los de Globo. Todos miraron aquí y allá.
-No, no, así no se hace –reía Bo-. Os ayudaré. ¡Que cada uno dé una idea!
Los fantasmas estaban entusiasmados que hablaban todos a la vez
¡Un cuento con fantasma que te pone los pelos de punta con su uuuuuu!
¡Con sombras que se deslizan y crujen! ¡crick!
¡Con ojos de serpiente y patas de araña!
-¡Eso es! –exclamó Bo-. Vamos a contar un CUENTO DE FANTASMAS.
Los fantasmas decidieron que Bo era la que mejor leía las historias porque ponía voces divertidas en los momentos que tocaba. Y se sentaron a escucharla mientras les leía el cuento:
“Una noche oscura de tormenta, tres Recolectores de Cuentos se deslizaron en silencio en el cuarto de una niña llamada Bo…
…Y así la Biblioteca fantasma se llenó de cuentos”.


Eso sí, la mayoría eran cuentos sobre fantasmas, pero si os fijáis, veréis que también había uno sobre una bruja, una gato y una pinza de la ropa.
Cuando Bo volvió a su cuarto, encontró una tarjeta sobre su almohada.
En la tarjeta había un mensaje en letras plateadas que no dejaban de temblar mientras Bo leía…
“AMIGOS DE LA BIBLIOTECA FANTASMA SOCIO HONORARIO.”
Desde aquella noche, Bo visita de vez en cuando la Biblioteca Fantasma… ¡Cuando no son los fantasmas los que la visitan a ella!
Y en todas las ocasiones insisten en que sea Bo quien lea los cuentos… ¡porque seba poner voces divertidas en los momentos más espeluznantes!
1ª Ilustración Brett Helquist.
2ª Ilustración Quentin Gréban.
3ª Ilustración Yoko Tanji.
4ª Ilustración Maria Cummins.


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