lunes, 7 de julio de 2014

LIMBO DE VERANO.



 
Tuvieron que pasar catorce veranos para volver. Las calles habían cambiado; nuevas fábricas erigían humeantes chimeneas, fríos edificios de oficinas donde hubo majestuosos portones. Me adentré en los jardines del parque, guiada tan sólo por el perfume de aquellas rosas que tantas promesas regalaron, el murmullo del estanque en el que hundimos barcos y sueños y el gorjeo de los pájaros vigilantes de caricias.
El pueblo era otro. Pero allí estaba nuestro banco. Deslicé la mano bajo la tabla quebrada. ¿Qué esperaba encontrar? Parecía increíble que siguiera allí, imperturbable. Aquel ajado recorte en el que apuntamos nuestra próxima cita; vano juego de niños. 05/07/13.

Noté unos pasos a mi espalda. De pie, con ese aire bohemio que siempre combinó con mis ganas de quererte, estabas.

Torbellinos de otoño derribé, ocasos de diciembre quemé, cada mañana de abril soñé. Estás. Te debo, me debes, catorce veranos de besos.

Autora: Mónica PG.


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