domingo, 18 de noviembre de 2018

TE PALPO, TE TOCO, Y LAS YEMAS DE MIS DEDOS.






Te palpo, te toco, y las yemas de mis dedos
buscan las tuyas porque si yo te amo y tú
me amas, tal vez no todo esté perdido. Las
montañas duermen abajo y quizás las
margaritas enciendan el campo de flores
blancas. Un campo donde Los Andes y el
Pacífico abrazados en el fondo de la tierra
muerta despierten y sean como un horizonte
de flores nuestros ojos ciegos emergiendo
en la nueva primavera, ¿Será? ¿Será así? las
margaritas continúan doblándose sobre el mar
difunto, sobre las grandes cumbres difuntas y
en la oscuridad, como dos envanecidas pieles
que se buscan, mis dedos palpan a tientas los
tuyos porque si yo te toco y tú me tocas tal
vez no todo esté perdido y, todavía, podamos
adivinar algo del amor. De todos los amores
muertos que fuimos y de un campo de flores
que crecerá cuando nuestras mortajas blancas,
cuando nuestras mortajas de nieve de todas
las montañas hundidas nos besen boca abajo y
nos vuelvan para arriba las erizadas pestañas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario