domingo, 24 de julio de 2016

LOS PUNTINOTAS.






Hace muchos, muchos años, vivían en algún lugar de la tierra unas extrañas y simpáticas criaturas conocidas como puntinotas, nombre que tomaron por la forma redonda de sus cuerpos y el sonido que emitían.

Se llamaban Do, Re, Mi, Fa, Sol, La y Si y cada uno dominaba una nota a la perfección.

Cada mañana, al salir el sol, salían de su madriguera y corrían al bosque. Podían pasar horas sentados o colgados de las ramas de los árboles, donde practicaban su sonido particular.

Es cierto que Do, el más pesado, solía quedarse en tierra porque le era más difícil trepar.

–Dooooooo.

Desde muy arriba, el puntinota más pequeño le contestaba:

–Siiiiiiiiiiiiii.

Los demás, repartidos sin ningún orden a lo alto y ancho del árbol, decían:

–Soooooooool.

–Reeeeee.

–Laaaaaaaaaaaa.

Los pájaros siempre los miraban con asombro, porque pensaban que lo que hacían quedaba muy lejos de su concepto de cantar. A veces, trataban de explicárselo y les ponían un ejemplo:

–Piooo, piooooooooo, piooo.

¡Eso sí era música!

Mi y Fa eran los más revoltosos y esperaban ansiosos a que los pájaros iniciaran sus cantos. Cuando eso sucedía, corrían hacia ellos y saltaban sobre las ramas al grito de:

–¡Miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

–¡Faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Y se reían viéndolos marchar, despavoridos, hacia otro lugar más tranquilo.

Aunque ambos se empeñaban en perseguirlos de árbol en árbol por todo el bosque.

–¡Faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Do, el que tenía la voz más grave, llevaba tiempo observando su sonido. Sabía que jamás podría hacer como los pájaros, porque un puntinota solo era capaz de entonar una única nota. Sin embargo, un día…

–¡Dooooooooooooooooooooo!

Reunió al resto de sus compañeros y les sugirió que podían trabajar juntos y coordinados. Les dijo que su voz era un auténtico don y que, como criaturas escogidas, debían aspirar a mucho más que colgarse de las ramas o gritarles a los pájaros en las orejas.

Entonces decidieron organizarse.

Los que tenían los sonidos graves ocuparon las ramas bajas del árbol y los agudos las de arriba. Porque, con diferencia, los puntinotas que dominaban las notas agudas eran más ágiles. Do trataba de marcar el tiempo de cada uno y, con el paso de los días, el grupo llegó a probar miles y miles de combinaciones, hasta que alguna de ellas sonaba bien y entonces la perfeccionaban:

–Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

–Doo.

–Re, re.

–Do.

Pero Mi y Fa prefirieron perseguir a sus pájaros y volvieron a saltar por los árboles de rama en rama. Disfrutaban tendiéndoles alguna emboscada:

–¡Miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

– ¡Pioooooooo!

Y cuando los asustados animalitos pensaban que ya estaban a salvo…

–¡Faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Do comprendió que debía prescindir, por el momento, de Mi y de Fa. ¡No iban a los ensayos! Pero sabía los necesitaba tanto como a los demás puntinotas y se propuso trabajar duro e impresionarlos, para integrarlos al grupo. Así que ensayó sin ellos hasta que, finalmente, logró el milagro.

Una tarde, pidió a todos los pájaros que ocuparan los árboles de alrededor y también sentó a Mi y a Fa sobre la hierba, a modo de público. ¡Tuvo que pedirles que estuvieran muy quietos y en silencio un rato!

Entonces, sus puntinotas ocuparon su lugar y comenzaron.

–Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

–Doo.

–Re, re.

–Do.

–Si.

–La.

–Sol, sol.

–La.

–Si, siiii.

–La, laaaaaaaaa.

Parece que el tiempo se detuvo.

Fue la música más bonita que se había oído en la tierra desde su creación, tan hermosa que incluso los pájaros se rindieron a ella. En pocos segundos, el campo se llenó de los más variados animales que corrieron a escuchar aquella melodía, que iba a quedar, para siempre, en la memoria de todas sus generaciones venideras.

Mi y Fa estaban impresionados. ¡Tenían los ojos abiertos como platos! Y cuando sus amigos terminaron, corrieron a ellos y los abrazaron a todos. ¡A partir de hoy cantarían juntos!

Con el equipo reunido, Do se sintió feliz.

No sabía que había hecho uno de los descubrimientos más importantes de la historia.

Había nacido la música. Un arte maravilloso capaz, como ningún otro, de remover lo más profundo de nuestros corazones.

Nadie sabe dónde vivieron los puntinotas; pero todos los músicos celebran cada día su existencia, cuando ponen sus nombres encima o debajo de las líneas de un pentagrama, que bien podría ser la representación de las ramitas de los árboles donde ensayaban, hace ya muchos, muchos años, aquellas criaturas.

AUTOR DEL CUENTO: José María de Arquer.

sábado, 23 de julio de 2016

LA SANGRIA.



 

Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.

Carmín incandescente parecía
la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.

Tajada tras tajada, señalando
las fue el hábil cuchillo separando,
vivas a la ilusión como ningunas.

Las separó la mano de repente,
y de improviso decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.

viernes, 22 de julio de 2016

SOY NECESARIA.





Soy necesaria al ponerse el sol
porque ¿quién vigilaría las estrellas?
¿Quién miraría si cada trébol plegó sus hojas?
¿Quién apagaría los fuegos encendidos?
¿Acaso te preocuparía el ladrido lejano
                                  de algún perro solitario?
Ya ves, ése es el momento
                                  de mis preocupaciones.
Y camino como si llevara atadas a mi cintura
las llaves de la noche.

miércoles, 20 de julio de 2016

OLVIDÉ DECIRTE QUIERO. Mónica Carrillo.



Esta es la segunda novela de Mónica Carrillo pero la primera que leo de la autora.
Desde su impactante comienzo: “Me llamo Malena, y es posible que muera hoy”, hasta su desconcertante final; “Olvidé decirte quiero” es el nuevo trabajo de la periodista. Una historia intimista, llena de ilusión y que bucea en las emociones. Con la cual quiere volver a emocionar a sus lectores.

SINOPSIS: Una novela esperanzadora, llena de optimismo y amor, con la que Mónica Carrillo volverá a cautivar a sus lectores.
Tras sufrir un terrible accidente de coche, en la difusa línea que separa la vida de la muerte, a Malena se le aparecen todas las palabras que se quedaron sin decir: palabras de amor, de perdón, de amistad, de reconocimiento…Por su mente desfilaron todos sus amores, los felices y los fallidos: aquel que la hizo sufrir, aquellos otros que le sirvieron para olvidar y su amor actual, a quien tanto debe y de lo cual hasta ahora no se había dado cuenta; su mejor amiga, a la que olvidó decir «te quiero» antes de que se fuera; su familia y, sobrevolándolo todo, el personaje de su perrita Mia, una figura entrañable, divertida y sorprendente que conseguirá encauzar el destino de Malena para que nunca más olvide decir «Te quiero». «Yo me quedé tanto tiempo empapada, sin paraguas, sin consuelo que cuando dejó de diluviar me quedé inmóvil. Y continué en aquel mismo lugar imaginando que seguía cayendo, que me seguía calando hasta los huesos, cuando ya lo único que quedaba era un pequeño charco en el que continuar chapoteando. Pero era tu charco, Mario, y el mío. El nuestro, pensaba yo.»

¿Quién no se ha plateado alguna vez qué pasaría si se muriera en ese mismo instante? ¿La de oportunidades que perdería? ¿La de cosas que quedarían por hacer? ¿La de llamadas o wahatsapp que se quedarían por el camino? ¿La de arrepentimientos que surgirían por no haber dicho o hecho…? Pues de eso va este libro. De las cosas pendientes.
Durante la novela, nos sumergimos en la mente de Malena –la protagonista- que se encuentra en un estado al que solemos referirnos como “ver tu vida pasar frente a tus ojos”. Una transición de divagaciones que van saltando de unos recuerdos a otros recorriendo la vida de la protagonista.
De igual manera, la protagonista es consciente de sus fallos, de sus debilidades, y la analiza con la lucidez que da la cercanía de la muerte. En consecuencia, se produce en su mente un flasback de aquellos momentos que han quedado guardados en su memoria por uno u otro motivo. Toda una serie de situaciones en las que ahora, en ese momento, piensa que debería haber actuado, tal vez, de otra manera a cómo lo hizo. Reflexiones y recuerdos que atañen a su familia, a sus amigos o a sus parejas.
En relación con otro elemento importante de la historia, es la música, que para la autora, son:” grandes jugadores a la hora de mostrar la belleza del lenguaje y de las palabras.” Así como de los microcuentos con los que concluye cada capítulo. Con todo ello, la escritora, pretende llamar la atención sobre los olvidos, pero bajo una óptica esperanzadora y optimista.
Ahora bien, el gran problema, a medida que iba leyendo, ha sido el choque entre lo que esperaba encontrarme y lo que realmente me he encontrado. Pues me imaginaba una historia tenaz y de fortaleza y me he encontrado con un montón de capítulos que apenas tiene cohesión entre ellos, yendo y viniendo de una idea o de una persona a otra sin ningún tipo de orden mi concierto. En particular, es en la trama donde no ha sabido aprovechar el argumento del que partía. Dando vueltas y vueltas sin llegar a ningún sitio. Ya que cada una de las ideas no acaban de encajar del todo confundiendo al lector. Tiende a dejar las cosas en el aire.

En esta novela hay pocos personajes, pero una de las cosas atractivas y favorables que nos ofrece es lo fácil que es identificarse con cada uno de los personajes y meternos en su piel. Sentir con ellos a cada momento y en cada palabra que los describen.
Con Malena –la protagonista- Mónica Carrillo, retoma la posibilidad de una defunción inminente que se suponía la premisa de la novela. Y es aquí cuando ella desnuda el alma y cómo lo cuenta todo de forma tan directa. En especial el amor romántico basado en la dependencia que siente por los hombres que no la merecen y que le han dejado marca. De las que intenta librarse relacionándose con otros hombres. Un viaje en el que Malena evoca sus decepciones y sus miedos.
En el vértice de la pirámide, se encuentra Mario, mezquino en los afectos y egoísta. El centro de todos los placeres y desdichas con el que la protagonista vivió una relación desigual marcada por la pasión y por la incapacidad de poner fin a una relación que tanto daño le ocasionaba. Después recuerda a Alejandro, el hombre que sustituyó a Mario, un amor no inventado, de carne y hueso, sin dobleces ni mentiras. La historia de Alejandro es la de la reconquista de la esperanza y el optimismo que quizás acabe frustrada en la habitación del hospital donde ella espera el veredicto de la vida.
Para terminar, está el perro –Mia- que en sus reflexiones a lo largo del libro la autora la va dotando de un carácter más humanizado y con unas reflexiones de una naturaleza más racional.

Mónica Carrillo construye una novela personal: de instantes, de sensaciones y de recuerdos. Con una forma muy particular de narración. Baste como muestra, una prosa rica en matices, con un juego de palabras que tiene un ritmo agradable y sin prisas, sin que la curiosidad se sienta invadida por la angustia o por la presión. Todo ello con una narración en primera persona, que permite ser testigos de las vivencias de cada uno de los protagonistas durante la lectura; sin querer acelerarnos o forzarnos a la reflexión, pues todo llega en su justo momento.
Con esto quiero decir que tiene un estilo muy diferente. Esa práctica de mezclar la narración con la poesía, como toca la fibra con cada palabra. Es una historia de las que no deja indiferente, triste por momentos y en ocasiones divertida pero llena de emociones de todo tipo, con mucha poesía y banda sonora propia.

En cuanto a los libros siempre he sido más una persona que busca contenido, ahora bien, si ese contenido viene acompañado con un estilo de calidad. El coctel está servido. Y el contenido de esta novela… pues bueno, no me ha llegado a enganchar más allá de una lectura bajo la sombrilla en la playa. En cuanto al final,  tal vez, deje desconcertado al lector. Como dijo Miguel de Cervantes, tan de moda en estos días: “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno.”
En definitiva, “Olvidé decirte quiero” es una reflexión sobre lo que no debemos dejar de decir en vida, por sí algún día de improviso, se nos queda cosas importantes que contar Un libro perfecto para reflexionar sobre los amores nocivos, esos amores desiguales en los que uno ama sin poder amar y el otro recibe sin dar nada a cambio.
Me interesa, que los lectores de esta novela, se pusieran en una situación que nos puede pasar a todos: ¿Qué pasaría si, sin previo aviso, nos marcháramos hoy sin despedirnos de nuestros seres queridos?