Cual
si de pronto se entreabriera el día
despidiendo
una intensa llamarada,
por
el acero fúlgido rasgada
mostró
su carne roja la sandía.
Carmín
incandescente parecía
la
larga y deslumbrante cuchillada,
como
boca encendida y desatada
en
frescos borbotones de alegría.
Tajada
tras tajada, señalando
las
fue el hábil cuchillo separando,
vivas
a la ilusión como ningunas.
Las
separó la mano de repente,
y
de improviso decoró la fuente
un
círculo de rojas medias lunas.
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