Ilustración autor desconocido.
En
la madrugada
todos
los trenes tienen los ojos azules
y
la memoria de un cuerpo es azul relente.
Entre
dos desnudos
hay
una sombra azul soledad
como
un pájaro a la deriva
que
rompe el cristal de los sueños.
Por
un pecho pasa sus ramos
la
niebla azul de una muchacha
y
todo se arrodilla en su espera.
La
ausencia riela sus rostros
como
un crucero azul hacia imposible beso,
y
es que sola baja la que sube sola
y
en su aire mueve aurora
que
nunca a nadie alcanza.
En
la madrugada las camas vacías
no
soportan la luz de los faros
mientras
sus dueños vagan por la hora azul del deseo.
Y
los solitarios regresan envueltos
en
invisibles relámpagos azules
que
desvanecen cuanto a su playa arriba.
En
la madrugada hay charcos de luz
que
convierten la mirada de los amantes
en
un escalofrío azul.
Las
lámparas que se apagan en la madrugada
mantienen
una lengua azul
llena
de mareas y lunas de armarios.
Cuando
en la mesa el árbol se destempla
es
que llama el amanecer.
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