jueves, 20 de abril de 2017

ABUELO SABÍA LAS PALABRAS.







Abuelo sabía las palabras
con las que el mundo se describe.

Todos los días sus ojos imitaban el movimiento
del carro de la máquina de escribir.
El sonido.
La presión de los dedos.
El golpeteo de un vocabulario
que siempre llega tarde.

Abuelo decía que hay que leerlo todo;
los libros,
las sinopsis,
los letreros,
los ojos.

Hebras-níveas.

Los puntos.
Las comas,
las pausas latentes.

Los días en que Mahler hacía flotar
las luminosas lágrimas de Tita
hasta el estallido sobre la mesa
que nos rociaba a todos.

La biblioteca de mi abuelo
olía a todas las palabras
de las doce del día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario