domingo, 9 de abril de 2017

BULIMIA.



 



Sé que eres adicta al vómito

por tus brillantes lágrimas sobre la piel blanca,

porque lloras con todo tu cuerpo  como las serpientes,

desde la humedad de la noche inmóvil

hasta la  abrasadora luz  que hierve en los delirios,

eres un avefría llena de soledad.

Huyes de los espejos porque en ellos se refleja la carne mórbida,

la exuberancia de las viejas concubinas,

la grasa flotando en los estanques amarillos de la pereza.



Te acuchillas con palabras oxidadas en la infancia,

concupiscencia,  molicie, ociosidad,  inflaman el vientre.

Tu nombre aparece en el libro de las violaciones,

pero en tu piel no florece la sífilis.

Me conmueven las heridas abandonadas

en la  luz.



Viajas hasta el fondo de cántaros llenos de angustia.

Tus caballos sin freno y el sexo aspirando el mar.

Buscas la culpa en  lavabos anónimos,

devoras la sustancia del hastío.



Me conmueven tus vómitos

porque flotan  en  la oscuridad  como peces muertos,

alargan el viaje en el insondable invierno,

hacen más deseable la fruta de tu boca,

de tu herida.



Tus vómitos son el llanto que corta como un cuchillo.

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