Yo
quiero luz de luna
para
mi noche triste,
para
cantar divina
la
ilusión que me trajiste,
para
sentirte mía
mía
tú como ninguna,
pues
desde que te fuiste
no
he tenido luz de luna.
Yo
siento tus amarras
como
garfios como garras
que
me ahogan en la playa
de
la farra y del dolor.
Y
siento tus cadenas arrastrar
en
la noche callada,
que
sea plenilunada,
azul
como ninguna,
pues
desde que te fuiste
no
he tenido luz de luna.
Si
ya no vuelves nunca,
provincianita
mía,
a
mi celda querida
que
está triste y está fría,
que
al menos tu recuerdo
ponga
luz sobre mi bruma,
pues
desde que te fuiste
no
he tenido luz de luna.
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