Soñé
que tú me llevabas
por
una blanca vereda,
en
medio del campo verde,
hacia
el azul de las sierras,
hacia
los montes azules,
una
mañana serena.
Sentí
tu mano en la mía,
tu
mano de compañera,
tu
voz de niña en mi oído
como
una campana nueva,
como
una campana virgen
de
un alba de primavera.
¡Eran
tu voz y tu mano,
en
sueño, tan verdaderas!...
Vive,
esperanza, ¡quién sabe
lo
que se traga la tierra!
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