Imagina
una avecilla endulzada
por
el néctar de una flor.
Imagina
las nubes ligeras,
de
tú a tú, jugando con la cúpula azul.
Imagina
que llueven
sobre
el verde prado
brillantes
plumas
de
pichón.
Imagina
que el mundo
es
un sueño,
donde
todo es posible,
donde
el hombre construye
no
para el dolor,
no
con malla
de
trinchera,
sino
desnudo
y
sin temer al sol.
Imagina
y serás un
almendro
en flor.
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