Ilustración autor desconocido.
Rosario,
dinamitera,
sobre
tu mano bonita
celaba
la dinamita
sus
atributos de fiera.
Nadie
al mirarla creyera
que
había en su corazón
una
desesperación
de
cristales, de metralla
ansiosa
de una batalla,
sedienta
de una explosión.
Era
tu mano derecha,
capaz
de fundir leones,
la
flor de las municiones
y
el anhelo de la mecha.
Rosario,
buena cosecha,
alta
como un campanario,
sembrabas
al adversario
de
dinamita furiosa
y
era tu mano una rosa
enfurecida,
Rosario.
Buitrago
ha sido testigo
de
la condición de rayo
de
las hazañas que callo
y
de la mano que digo.
¡Bien
conoció el enemigo
la
mano de esta doncella,
que
hoy no es mano porque de ella,
que
ni un solo dedo agita,
se
prendó la dinamita
y
la convirtió en estrella!
Rosario,
dinamitera,
puedes
ser varón y eres
la
nata de las mujeres
la
espuma de la trinchera.
Digna
como una bandera
de
triunfos y resplandores,
dinamiteros
pastores,
vedla
agitar su aliento
y
dad las bombas al viento
del
alma de los traidores.
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