Las
aceras no saben de verdades.
Los
pasos van y vienen
viajeros
en zapatos de soledades hondas.
La
acera sin verdades se entretiene
en
los murmullos. Ciñe a la mujer
y
al hombre de murallas con alambres.
No
saben ni preguntan. Se interesan
solamente
en el número de pasos.
¡Tantas
veces oyeron mil razones!
No
saben de verdades. Sólo de lluvia ciega
que
arrastra las palabras sin sentido
hacia
el negro cauchil que cada uno alimenta.
Fatigadas
están de soledades,
desdichas
y mentiras y claridad oscura.
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