¿Quién
no se ha quedado una tarde entera dando vueltas a lo que ha dicho su pareja, un
amigo, su familia; por teléfono, al tono, a cierta o supuesta incoherencia en
algo de lo comentado? ¿Quién no se ha fijado en alguien en el metro, en un
tren, en un autobús o en la calle y se ha imaginado su vida, o un trozo de
ella? Ya, algunos me dirán que de eso nada, que se cree el ladrón que todos son
de su condición. Acepto. Dejan de leer entonces esta novela.
SINOPSIS: ¿Estabas en el
tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso? Rachel, sí.
Rachel
toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las
mismas casas y la misma parada en la señal roja.
Son
solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando
tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres
para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve
algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan
felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?
Tú
no la conoces. Ella a ti, sí.
Así
pues, estamos ante un thriller que combina el drama domestico con el suspense
psicológico, y que pertenece a ese género de historias que orbitan sobre un
extraña desaparición. Historias un poco tramposas, con muchos interrogantes,
sorpresas y giros. Este tipo de thriller que juegan bien a la confusión para
mantener al lector en una tensión constante.
El
gran mérito psicológico de “La chica del
tren” es que mete en la mente del lector los sentimientos negativos de los
protagonistas: ansia por conocer la vida del otro, crítica sin saber qué hay
realmente en la vida de los demás, desconfianza hacia lo que se ve y lo que te
cuentan. Una trampa mortal y moral de la que se sale extasiado, y que tiene
ciertas claves inquietantes y un buen análisis de la miseria que rodea a los
personajes, todos de clase media.
Una
historia en la que podemos llevar hasta el límite lo que nada es lo que parece,
en la que el lector puede llegar a sentirse a veces un poco perdido, o
engañado, como si le escamotearan datos para componer el puzle, lo que hace que
sea absolutamente necesario seguir leyendo para despejar las dudas y conocer el
final.
Curiosamente,
es una novela negra en la que el papel de la policía es secundario.
Podría
resumir el libro como una gran ruleta y cada capítulo es una tirada que te deja
en un extremo diferente de la rueda. Vas haciendo tus propias teorías de lo que
ha pasado y en un segundo se hace trizas delante de tu cara. Nunca sabes
realmente que está pasando hasta que llega el final y eso es lo que lo hace tan
adictivo.
A
pesar de lo dicho hasta aquí, se supone que el libro ha tenido una presentación
interesante, sí. Pero, tras varios intentos de cogerle el “garbo” y seguir el
hilo de historia, lo que podría haber sido una de las grandes novelas de
suspense psicológico se queda en eso… en podría. La historia es buena, los
protagonistas están bien planteados, incluso la manara de narrarla. Sin
embargo, hay algo que falla. El hilo conductor de la historia llega a ser
aburrido, la manera en la que se plantean los acontecimientos y los tiempos.
No
es que sea un lector desmesuradamente crítico, sino que la tónica general ante “La chica del tren” es de decepción. Y
es que, a mi pesar, estamos otra vez ante un caso de cómo una excelente y
envidiable campaña de marketing coge algo mediocre y lo encumbra a niveles
insospechables.
Estamos
ante el típico best seller, en mi opinión, de no mucha calidad. Todo su éxito
consiste en el ritmo que la novelista, Paula Hawkins, ha conseguido dar a la
narración. Es un ritmo que por momentos atrapa aunque la previsibilidad en el
desarrollo de la trama es tan grande que el interés decae enseguida.
Pero
al comenzar “La chica del tren”, no
sabía dónde estaba parado. Los primeros capítulos me resultaron confusos y
soporíferos, como si la misma narradora estuviera inmersa en un sueño profundo
y no tuviese muy claro lo que me iba a contar. Pero cuando el tren deja la
primera estación y toma velocidad, la lectura se convierte en un viaje sin
destino con cierta posibilidad de quedar atrapado.
Con
respecto al narrador es uno de los detalles más importantes de esta historia.
Son tres puntos de vista diferentes, tres visiones y tres testimonios que
arrojan diferentes evidencias que nos son útiles para esclarecer el caso.
Porque
a medida que vamos leyendo, nos convertimos en los investigadores de esta
novela y necesitamos saber que pasó realmente.
En
cuanto a la forma de cambiar la voz de cada personaje en los sucesivos
capítulos va proponiendo una especie de juego para el lector, con varias
posibles versiones de la misma historia. Así, a tres voces –La Rachel, Anna y
Megan-. Con saltos en el tiempo que van desde el pasado de cada una de ellas
hasta los hechos más recientes, la autora nos irá dando, poco a poco, todos los
detalles e información necesaria de lo que ha llevado a cada una de ellas a
tener la vida que tiene en la actualidad: qué, cómo y quién era cada una de
ellas antes de convertirse en lo que son hoy día y qué clase de relación por
casualidad les une.
Bien
es cierto, que es una novela de lectura ágil y sencilla, a excepción del
principio, muy lento y con poco enganche, demasiado monótono. Una narración
simple, directa, entretenida y dinámica. Una vez superas los capítulos
iniciales es sencillo continuar y leer el libro rápido, pero eso no significa
que la novela esté repleta de misterio y que sea muy interesante, y que no
puedas para de leer porque te enganche. Más bien no puedes parar de leer porque
prefieres que termine. Es una historia bastante simple. No es mala lectura,
pero no merece demasiadas expectativas, personalmente.
En
el caso de los personajes, se someten a una introspección infinita con el
objetivo de sacar a la luz un cumulo de anomalías personales de las que son
plenamente conscientes. El atractivo de la novela está, precisamente, ahí. A
través de sus personajes, Hawkins ofrece a los lectores la idea de que los
defectos de personalidad son normales, que todo el mundo los padece, y que sus
consecuencias son irrelevantes.
Consecuencia
de ello, este es quizás, el gran mensaje de la novela y lo que podría dar
sentido a su enorme éxito comercial.
En
general creo que los personajes podrían haber estado mejor y más desarrollados.
Con todo, estas tres mujeres tienen buenos perfiles psicológicos: Primero está
Megan, la joven desaparecida con la que Rachel ha llegado a obsesionarse, es
una mujer que sufrió maltrato de niñez, se fugó de casa, madre soltera que
entierra a su hija y este sentimiento de culpa lo arrastrará toda su vida.
Después está Rachel, es una mujer débil, compleja y solitaria, insegura, obsesiva
y depresiva, que, a pesar de todo, consigue hacerse simpática al lector, que se
queda colgada de un amor y es una marioneta de este ser; su relación con el
alcohol está muy bien presentada. Por último está Anne, la nueva mujer de su
exmarido, es casi una fotocopia de Rachel y está a punto de caer en el mismo
pozo de Alcoholismo que ella.
Por
lo que se refiere a las tres mujeres son totalmente diferentes, con sus dilemas
personales a cuestas, que cuentan sus experiencias personales en primera
persona, de forma que el lector tenga más puntos de vista de los mismos
acontecimientos.
Un
aspecto que me ha parecido todo un acierto y que permite a la autora jugar con
un espejo de verdades y mentiras es que esté narrada a tres voces en primera
persona y que nos ofrece tres perspectivas distintas.
El
libro va creando una mezcla de celos, traición, misterio, amor, odio y problema
personales. Hawkins nos abre las puertas de la mente de una protagonista que,
superada por su propia vida, se ve involucrada en turbios asuntos. A pesar de
que el resto del elenco no está a la altura del personaje principal.
¿Se
puede pedir algo más? Sí. ¿Es tan buena como la pintan? Rotundamente no.
¿Merece la pena leerla? Sí, si lo que te apetece es pasar un rato entretenido
sin mayores pretensiones. No, si lo que quieren es leer una obra maestra del
thriller psicológico.
“La chica del
tren”
es una novela más del género que no aporta absolutamente nada nuevo. Con
demasiadas expectativas y pretensiones puestas encima de la cubierta.
Un
novela que, a pesar de la gran acogida, me ha resultado decepcionante. La
historia se torna repetitiva y llega a aburrir. Lo único que hace continuar
leyendo es saber qué le ha ocurrido a la desaparecida y quién es el culpable.
Hola! Al fin encontré una reseña igual que como yo encontré este librooooo! Todo el mundo hablaba maravillas y en la reseña que el mejor thriller del mundo bla bla bla. A mi me ha parecido entretenido, pero no ha pasado de ello.
ResponderEliminarSaludos y gracias por la reseñaa!
Bon día xiquet, pues la verdad es que todos hablan maravillas de el, y alguna reseña leí con una opinión parecida a la tuya así es que me frene, la verdad es que da mucha rabia encontrarte con que el marketing feroz que hacen abre las puertas abiertas libros mediocres, incluso horribles diría yo, mira el caso del libro "Maestra" que no me gusto nada de nada. Si te gusta esta clase de género te voy al recomendar un libro que creo que te gustara, es de una escritora que se autopublica, ella se llama Aida del Pozo y el libro se titula "El silbido de la serpiente" a mi me gusto mucho, si quieres saber las opiniones de los dos que te he dicho ya sabes donde las puedes encontrar. Besos.
ResponderEliminarHola Mª Carmen. Antes que nada, gracias por todos tus comentarios. Estoy completamente de acuerdo contigo y con tus palabras. En ocasiones el marketing, hace mucho, no solo en literatura si no en otros campos culturales.
EliminarGracias por la recomendación. Apuntados quedam para una futura lectura.
Saludos. Besos