Ilustración autor desconocido.
Montado
en flaco rocino,
con
lanza y con armadura,
cabalga
por la llanura,
más
allá del quinto pino.
Va
paseando errabundo,
decidido
y muy sonriente;
quiere
salvar a la gente
y
arreglar un poco el mundo.
Todos
llaman don Quijote
a
un héroe tan atrevido,
que
por flaco y escurrido,
más
parece un monigote.
No
hay duda de su nobleza,
pero
con tanta lectura
y
sus ganas de aventura,
ha
perdido la cabeza.
Y
a lomos de Rocinante
-según
chismea un vecino-
ha
confundido un molino
con
un terrible gigante.
Suspira
por Dulcinea,
una
porquera forzuda,
berreona
y bigotuda,
que
tiene fama de fea.
Pero
él la ve tan bonita...
Y
a todos hace jurar
que
es la labriega vulgar
una
princesa exquisita.
Aunque
el hidalgo cenceño
pase
por ser un lunático,
a
mí me cae simpático
porque
cabalga en un sueño.
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