Miedo
a perderse ambos
vivir
uno sin otro:
miedo
a estar alejados
en
el viento, en la niebla
en
los pasos del día
en
la luz del relámpago
en
cualquier parte. Miedo
que
les hace abrazarse
unirse
en este aire
que
ahora juntos respiran.
Y
se buscan y buscan
esa
flor instantánea
que
cuando se consigue
se
deshace en un soplo
y
hay que ir a encontrar otras
en
el jardín umbrío.
Miedo,
bendito miedo
que
propicia el deseo
la
agonía y el rapto
de
los que mueren juntos
y
resucitan luego.
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