Svetlana
Alexiévich, es la ganadora del último premio Nobel de literatura, afirma que:
“me duele la humanidad, siempre me ha dolido”. Nos presenta una guerra dentro
de otra guerra: la de la feminidad del Siglo XX aparcada en pos de la victoria
soviética. La otra guerra, la de las mujeres. Porque a la autora no le
interesan las grandes batallas que recogen los libros de historia, no le
interesa lo que se ha contado miles de veces; si no lo que durante décadas se
ha callado.
En
un fragmento de un poema de Gelman afirma que “en la memoria hay palabras que
no se pueden decir. Duran y hacen mal y hacen bien, como un caballo loco.” Sin
duda las palabras siempre son armas de doble filo: pueden herirnos a muerte o
hacernos surgir de las cenizas.
SINOPSIS: «Soy historiadora de almas [...]. Por un
lado, estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta y ha
participado en unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir
en esa persona al ser humano eterno. La vibración de eternidad. Lo que en él
hay de inmutable.» Svetlana Alexiévich.
Casi
un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda
guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los
recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron
tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es una historia
de la guerra, ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en
guerra.
¿Qué
les ocurrió? ¿Cómo les transformó? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a
matar? Estas mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas, cuentan la parte
no heroica de la guerra, a menudo ausente de los relatos de los veteranos.
Hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la
angustia y de la sombra omnipresente de la muerte. Alexiévich deja que sus
voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para
introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había
atrevido a usar en la primera versión.
“La guerra no
tiene rostro de mujer” es prácticamente una memoria sobre las mujeres de
la Unión Soviética en el campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. El
libro se compone de microrelatos y pequeñas historias de aquellas mujeres que
se jugaron la vida por su país pero que, nadie hasta ahora, se había acordado
de ellas.
Su
obra denuncia, desde las voces de las protagonistas, algunas de las crisis más
importantes ocurridas en la Unión Soviética durante el Siglo XX. Svetlana
Alixévich inventa un nuevo género literario donde el lector se topa con una
verdad descarnada desde lo más profundo
del dolor del alma humana. Porque, según vas leyendo la historia, es
fácil comprobar la riqueza expresiva de cada testimonio que se convierte en una
pequeña joya con aportes ciertamente insólitos. Ya que, la mayoría de las veces
destacan por su inocencia. En realidad, cada párrafo es un arranque de
sinceridad que nos lleva al límite de la sensatez. Por fin, podemos vivir lo
que ellas vivieron, ese grito de rabia y dolor que quedará registrado en cada
uno de los testimonios.
Concretamente,
este es el relato oral de las mujeres que pelearon contra los nazis por su
patria. No cuentan la misma historia que los hombres porque, cada una de ellas,
tiene algo muy particular: es su guerra.
Como
mujeres tenían otros problemas, otras vivencias, incluso veían las cosas de
otra manera.
Cada
testimonio relata una guerra que decapita, que sangra, que amputa miembros, que
viola y asesina, que llora ante la desesperanza de la barbarie. Pero lo peor de
todo, muestra a las personas en sus manifestaciones más crueles e inhumanas.
En
palabras de la autora, “la guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su
luz y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes, tan
solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana.” De ahí que, no
escriba la historia de la guerra, si no la historia de los sentimientos.
En
definitiva, cada una de las protagonistas del libro son mujeres heroínas,
valientes, intrépidas, audaces; pero también lo contrario sufrían miedo, temor
a perder la vida en situaciones difíciles, trágicas y dolorosas. A pesar de
todo, supervivientes. Y dentro de esa
conmoción, había espacio para la solidaridad, el compañerismo, la compasión, la
ternura, la caridad.
Al
mismo tiempo, cada una de esas vidas, ha padecido el amor y el odio al
arrebatarles seres queridos.
Todas
estas vivencias contadas desde la memoria de los más íntimos de sus
protagonistas, conforman una obra coral, cuyo resultado es una única historia.
De su relato, se desprende una voz ligeramente distinta. Detrás de sus palabras
solo queda única y simplemente el conflicto. Un enorme collage compuesto a
veces por testimonios de párrafos o páginas y, en otras, de apenas unas líneas,
donde ellas son las víctimas y las heroínas que necesitamos escuchar. Porque,
no tenemos que olvidar, que cada una de esas mujeres se alistaron
voluntariamente.
No
cabe duda, que la autora, con una prosa limpia y sin artificios resuelve con
brillantez unos monólogos que ha ido construyendo una cartografía riquísima
sobre el papel. En cada uno de ellos compone un escrito tan abrumador, tan
agotador, tan lastimero y vergonzante, pero a la vez tan humano. De la mano de
Svetlana Alexiévich impregna todo el libro de una fuerza incuestionable, porque
cumple con todo lo que una buena trama debe hacer: emocionar, marcar al lector,
enseñar; y más aún con el incentivo de hacer justicia histórica. Hay que
mencionar que, al terminar la guerra ellas tuvieron que callar sus miserias
vividas.
Recomendar
su lectura me parece una osadía por mi parte, pues como dijo Kafka: “este es un
libro que merece nuestra atención, se nos clava como un hacha, resquebrajando
lo que está congelado en nuestro cerebro y en nuestro espíritu.”
¿Están
dispuestos a sufrir y a emocionarse al mismo tiempo? Al finalizar el libro, las
voces de estas luchadoras resuenan en nuestra mente y nos enfrentan al pasado
para poder comprender el presente. Sin olvido, por justicia. Con ese poso
amargo en el estómago de quien se le ha narrado el horror desde una mirada
diferente, cargada de connotaciones de ternura y de perplejidad.
Porque
todas esas mujeres vivieron otra guerra. Otra victoria.
Muy buena reseña, aun estoy por leer el de "Chernovil" que quiero leer, pues es un tema que siempre me ha interesado, por lo que cuentas también me tendré que animar con este. Gracias por la aportación.
ResponderEliminarMuy buena reseña, aun estoy por leer el de "Chernovil" que quiero leer, pues es un tema que siempre me ha interesado, por lo que cuentas también me tendré que animar con este. Gracias por la aportación.
ResponderEliminarEl libro "Chernovil" no me lo he liedo. Pero éste te lo recomiendo. Aunque, hay páginas del libro que son duras y se te hace un nudo en la garganta pensando en lo que somos capaces de llegar los humanos.
EliminarGracias por tu comentario