Mi
papá es un oso polar.
Aparece
en las noches
desde
el umbral de mi habitación
cuida
que mis párpados no tiemblen
y
que las estrellas si caen no caigan sobre mí.
Pero
no se deja ver.
Los
osos polares son inmensos.
Su
sombra tapa más de lo que hay
y
lo que hay es poco
demasiado
escaso para desaparecer.
Teme
que le tema,
como
todo padre
sea
oso polar o no.
En un sueño le digo:
–papá,
¿hace frío donde vivís?
y
ruge y gruñe y entiendo
que
el frío es absoluto
que
una vez dijo “Sol”
y
la palabra se congeló,
la
tomó entre sus manos, la pintó de amarillo
y
la colgó sobre el techo de mi habitación,
para
que en las noches tenga luz
porque
los osos polares también desaparecen
y
no estará siempre en la puerta de mi habitación
cuidando
lo que hay que cuidar
mientras
duermo.
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