viernes, 26 de agosto de 2016

EL ENCARGO.



 

Una mañana al lavarme la cara
me busqué en el espejo
y lo encontré vacío.
Corrí entonces a verme en una fuente
y sólo el cielo
se reflejaba en ella,
enturbié el agua con mi brazo
y la dejé venirse clara,
mas yo seguía ausente.
Si acaso supieras adónde he ido
déjame una señal,
un mapa en el aromo de la plaza
o una flecha pintada en la pared.
Pero si lo ignoras,
te pido que vayas al río
y me dibujes un contorno
en el agua cristalina
y antes de que sea
demasiado tarde,
me des un nombre nuevo.

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