Una
mañana al lavarme la cara
me
busqué en el espejo
y
lo encontré vacío.
Corrí
entonces a verme en una fuente
y
sólo el cielo
se
reflejaba en ella,
enturbié
el agua con mi brazo
y
la dejé venirse clara,
mas
yo seguía ausente.
Si
acaso supieras adónde he ido
déjame
una señal,
un
mapa en el aromo de la plaza
o
una flecha pintada en la pared.
Pero
si lo ignoras,
te
pido que vayas al río
y
me dibujes un contorno
en
el agua cristalina
y
antes de que sea
demasiado
tarde,
me
des un nombre nuevo.
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