No,
no teníamos flautas ni guitarras
ni
tocacintas, sólo la música del mar
(sin el recitado
porque no la oíamos)
hacíamos
el amor sobre la arena
bajo
el agua la sal la espuma las conchillas
tú
eras el mar y yo algas y estrellamares
y
crustáceos hermosos los sexos batallando
sus batallas perdidas.
Desatracó
mi cuerpo en tus muslos dorados
y
se fue mar adentro
y
del amor quedó tan solo el aleteo
de
tu pelo en el viento de la tarde.
Cuando
el olvido nos echó de golpe
frente a frente
éramos
ya dos crustáceos ciegos
temerosos
tocándose y huyéndose
ante
un mar sin edad
pletórico
y perverso.
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