Con
la publicación por parte de la editorial Esfera de “El samurái de Sevilla” de John J. Healy, nos encontramos ante una
historia fascinante pero real. Cabe imaginar que el lector occidental que se
acerque a esta novela tendrá un cierto interés por la cultura japonesa como le
ocurre al autor. Y sobre todo una actitud aventurera.
SINOPSIS: Año 1614, en el
puerto de Sanlúcar de Barrameda atraca un barco con unos exóticos pasajeros:
una embajada de veintidós samuráis que comenzaban en el puerto español su
visita a Europa. Habían tardado casi un año en hacer el largo viaje desde el
lejano y hermético Japón, y nada les había preparado para el tremendo choque
cultural que les aguardaba.
El
protagonista de esta novela ―en la que John J. Healey mezcla de forma magistral
la realidad de aquel viaje con la ficción― es el samurái Shiro, quien logra
trabar amistad con el duque de Medina Sidonia y llega a ganarse el apoyo del rey
Felipe III y del duque de Lerma. Shiro, sabio y mesurado en cuestiones
diplomáticas, sin embargo no conseguirá evitar enamorarse de una joven
sevillana malcasada con un aristócrata de poco fiar. Esta apasionada relación
le obligará a combatir no pocos peligros y los obstáculos impuestos por los
prejuicios y las normas de la sociedad sevillana del Siglo XVII.
Como
en tantas otras novelas, una vez más, se mezcla en esta la fantasía literaria
con los hechos históricos; consiguiendo, en su conjunto, una narración
agradable de leer. En lo que toca al libro está lleno de matices: una mezcla de
candor, odio y esperanza. También es una de las escasas crónicas de la historia
española casi desconocida. “El samurái de
Sevilla”, sin victimismos ni moralinas, traza la cartografía de toda una
sociedad con su manera de pensar y su caracterización. Un fiel reflejo de una
época dura y un acontecimiento desapercibido de nuestra historia.
Con
el protagonista, vivimos en choque cultural entre nipones y españoles, su
entrada en la realidad y la nobleza española y su incipiente relación con una
aristócrata andaluza casada con un crápula.
Al adentrarnos a través de sus páginas
conoceremos como el samurái Shiro junto al resto de la expedición llegan a una
España del Siglo XVII, en la que tendrán que ganarse el apoyo de personajes
como el rey Felipe III y los duques de Lerma y Sidonia. Además de intentar caer
bien en la corte, cosa no siempre fácil. Sobre todo, cuando hay amoríos de por
medio que, llegados a la zona de la infidelidad, pueden adquirir visos de
peligrosidad.
John
Healy, quizás porque tiene la imaginación adiestrada en idas y venidas, en
encuentros fértiles en mundos lejanos
entre sí, mezcla la documentación con el impulso para retratar la vida en un
lado y en otro, las cosas vistas a través de una y otra mentalidad, la cultura
guerrera pero sofisticada de Japón y la de la España barroca, oscurantista y
pobretona de la limpieza de sangre.
De
esta forma la historia, la aventura y el romance se dan la mano en una novela
que se lee de forma compulsiva, mientras nos dejamos seducir por la prosa.
La
singularidad de esta obra viene de la mano de un elemento exótico y
tradicional. En consecuencia, la novela está bien trazada, templada como el
carácter de su protagonista. No es una novela que sorprenda o innove con sus
giros o sus personajes, más bien tiene un aire clásico, de esas historias que
se degustan porque todos los elementos, siendo reconocibles, están bien puestos
y desarrollados. Como un buen artesano con una prosa limpia y eficaz. Expone,
narra, recrea con un sentido del ritmo propio para desplegar y fraguar las atmosferas de aquellos tiempos.
Por consiguiente, el autor ha sabido crear una historia redonda e interesante.
Por
tanto, no esperéis una novela de acción. El tono es más el de una novela de
viajes, con un cierto colorido “romántico”, jugando con el exotismo y la
novedad del acontecimiento narrado.
Del
mismo modo, no hace que la ambientación resulte floja. El autor sabe
representar le época, la cultura japonesa e hispana con fuerza y visualidad.
Atreviéndose con personajes históricos conocidos de nuestra historia.
Resulta
destacable las diferencias y cercanías religiosas entre unos y otros que el
autor muestra con claridad y ha sabido plasmar con acierto: los japoneses
intentan erradicar el cristianismo en su país y Felipe III acaba de expulsar a
los moriscos.
Healey
mezcla realidad y ficción para ilustrar el choque cultural entre sevillanos y
nipones. Y sabe transmitir al lector la percepción de aquellos aires de la
Sevilla barroca.
Un
conclave de personajes en un entramado de alianzas, intrigas y traiciones que
determinaran el destino de todos los protagonistas.
Desfilaran
por una corte en la que los intereses creados de unos y otros irán apareciendo
y entrelazándose a lo largo de las páginas de “El samurái de Sevilla”. Con personajes, unos históricos y otros
ficticios, que zascandilearan por la corte de Felipe III.
Un
reparto que se extiende desde la realeza a la nobleza: El duque de Medina
Sidonia, el duque de Lerma, Don Rodrigo, María Luisa o el marido de esta última
el pérfido Julián. Pasando por: el padre Luis Sotelo y sus jesuitas, con ganas
de cristianizar a los infieles de aquellas tierras lejanas y el marinero
Williams Adams. Además de los exóticos señor de Sedai, Hasekura Tsunenago y el
protagonista Shiro, Así como personajes históricos como Miguel de Cervantes y Galileo
Galilei.
La
aventura en constante evolución vivida por personajes tanto principales como
secundarios. Héroes de lo cotidiano, con el mazo del pasado dando luz a una
historia leída en el presente.
Tal
vez el verano sea un buen momento para leer novelas históricas. Las vacaciones
animan hacer excursiones a otros tiempos y, a falta de otra máquina más eficaz
para los viajes a otras épocas, uno puede recurrir a las lecturas de intriga
para periplos imaginarios a escenarios de vivaz colorido y atractivos personajes.
“El samurái de
Sevilla”
es una novela escrita con agilidad, con un exacto dominio de los tempos
narrativos, además de apoyarse en un exquisito rigor documental. A la
sobresaliente habilidad con la que John J: Healey aúna ficción y realidad, se une
su solvencia para expresar de una manera precisa y creíble, ese choque cultural
que hace, ya más de cinco siglos, produjo la llegada de aquel barco japonés a
la península. Pues no cabe duda, de que la efusividad occidental, dista mucho
–aún hoy-, de la mesura y la delicadeza oriental.
En
suma, un relato de muy grata y entretenida lectura, donde el sentimiento y la
reflexión se tornan, a su vez, enseñanza y apredizaje.
Una novela interesante, sin duda alguna, sobre todo por ese choque de cultura que mencionas y por que trata un hecho histórico poco conocido, sin embargo, no soy muy de novelas históricas así que no llega a llamarme demasiado la atención. Me animaría más su fuera un ensayo o un libro de historia sobre el hecho. Un saludo.
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