Desde
que el alba quiso ser alba, toda eres
madre.
Quiso la luna profundamente llena.
En
tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y
un removido abismo bajo una luz serena.
¡Qué
olor a madreselva desgarrada y hendida!
¡Qué
exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo
las huecas ropas aleteó la vida,
y
se sintieron vivas bruscamente las cosas.
Eres
más clara. Eres más tierna. Eres más suave.
Ardes
y te consumes con más recogimiento.
El
nuevo amor te inspira la levedad del ave
y
ocupa los caminos pausados de tu aliento.
Ríe,
porque eres madre con luna. Así lo expresa
tu
palidez rendida de recorrer lo rojo;
y
ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y
el ascua repentina que te agiganta el ojo.
Ríe,
que todo ríe: que todo es madre leve.
Profundidad
del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote
y ahondándote mientras la luna mueve,
igual
que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.
Nunca
tan parecida tu frente al primer cielo.
Todo
lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen
rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre.
Sonríe. Ríe. Llora.