lunes, 30 de junio de 2014

PUENTES.

Ilustración autor desconocido.
 
Yo dibujo puentes
para que me encuentres:
Un puente de tela,
con mis acuarelas...
Un puente colgante,
con tiza brillante...
Puentes de madera,
con lápiz de cera...
Puentes levadizos,
plateados, cobrizos...
Puentes irrompibles,
de piedra, invisibles...
Y Tú...¡Quién creyera!
¡No los ves siquiera!
Hago cien, diez, uno...
¡No cruzas ninguno!
Más... como te quiero...
dibujo y espero.
¡Bellos, bellos puentes
para que me encuentres!

Poema del libro: El Libro de los Chicos Enamorados.

domingo, 29 de junio de 2014

QUAN JA NO TINGUIS CAP PARAULA.




Quan ja no tinguis cap paraula

parla, comença el so,

no paris, inventa la paraula,

excava cap a dins de les sil·labes, excava,

obre els corredors, obre les mines

imaginades, excava, comença una altra vegada,

la llengua començada,no vacil·lis,

no t'aturis, escriu la lletra nova,

escriu-la als miralls de l'aigua,

parla, no paris, camina amb la paraula,

puja als cims d'abans de la paraula,

baixa als poucs de després de la paruala, fica't,

a les coves enlluernades del so, escolta,

escolta les vocals buides quan el so s'acaba,

les vocals immòbils sota l'aigua clara,

escolta les pedres mudes sota l'aigua que passa,

escolta-les i agafa-les d'una a una,

bufa sense parar sobre les cendres blanques,

no t'aturis, bufa, alena, respira, enfila't

per les escales del silenci, no paris,

fila el llençol incansable de l'esperança,

digues, parla, passada rera passada,

fil impalpable rera fil impalpable, efila

l'agulla amb la claror inacabable,

cus el silenci inconsolable del dolor, no pairs,

cus la pluja que cus la plana i la muntanya,

cus la paraula incomençada, cus,

digues, no paris, anuncia la paraula.

Poema del llibre: Entre bellesa i dolor.

sábado, 28 de junio de 2014

NOSOTROS






Nosotros, los que amamos, los insaciables, los soñadores eternos. Nosotros, los melancólicos, los que lloran el atardecer, los que no pueden dormir. Nosotros, los que morimos y nacemos cada amanecer, en suspiros, en besos, en caricias que faltan, en ausencias que sobran. Nosotros, los que traemos el amor a cuestas, recargando el corazón por alguna esquina, abriendo puerta por puerta. Encontramos, huyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras,  huyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras, pupilas que se reconozcan, respiraciones que calmen la taquicardia que deja abrazar el vació. Nosotros, los que amamos, nosotros.”
-Mercedes Reyes Arteagahuyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras, pupilas que se reconozcan, respiraciones que calmen la taquicardia que deja abrazar el vació. Nosotros, los que amamos, nosotros.”
-Mercedes Reyes Arteagahuyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras, pupilas que se reconozcan, respiraciones que calmen la taquicardia que deja abrazar el vació. Nosotros, los que amamos, nosotros.”
-Mercedes Reyes Arteagahuyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras, pupilas que se reconozcan, respiraciones que calmen la taquicardia que deja abrazar el vació. Nosotros, los que amamos, nosotros.”
-Mercedes Reyes Arteagahuyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras, pupilas que se reconozcan, respiraciones que calmen la taquicardia que deja abrazar el vació. Nosotros, los que amamos, nosotros.”
-Mercedes Reyes Arteaga
huyen, nos encuentran, huimos. Qué carrera tan masoquista, que pasatiempo es este, desgastarnos en madrugadas solitarias, deseando compañía, manos compañeras, pupilas que se reconozcan, respiraciones que calmen la taquicardia que deja abrazar el vació. Nosotros, los que amamos, nosotros.”
-Mercedes Reyes Arteaga
pupilas que se reconozcan, respiraciones que calman la taquicardia que deja abrazar el vació. Caricias que faltan, ausencia que sobran.

Nosotros, los que amamos, nosotros.

viernes, 27 de junio de 2014

APRENDES.





 
Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta 
y los ojos abiertos y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga flores. 
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.

jueves, 26 de junio de 2014

MAR.




Pobre niño. Tenía las orejas muy grandes, y, cuando se ponía de espaldas a la ventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblado, amarillo. Vino el hombre que curaba, detrás de sus gafas. “El mar -dijo-; el mar, el mar”. Todo el mundo empezó a hacer maletas y a hablar del mar. Tenían una prisa muy grande. El niño se figuró que el mar era como estar dentro de una caracola grandísima, llena de rumores, cánticos, voces que gritaban muy lejos, con un largo eco. Creía que el mar era alto y verde.
Pero cuando llegó al mar se quedó parado. Su piel, ¡qué extraña era allí! “Madre -dijo, porque sentía vergüenza-, quiero ver hasta dónde me llega el mar”.
Él, que creyó el mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la punta de los pies.
“¡Voy a ver hasta dónde me llega el mar!”. Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía azul, violeta. Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces que llaman lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, sí, por fin, el mar era de verdad! Era una grande, inmensa caracola. El mar, verdaderamente, era alto y verde.
Pero los de la orilla no entendían nada de nada. Encima, se ponían a llorar a gritos, y decían: “¡Qué desgracia! ¡Señor, qué gran desgracia!”.