lunes, 27 de septiembre de 2021

LOS OJOS CERRADOS. Edurne Portela.

 Edurne Portela su nueva novela, “Los ojos cerrados”, habla de esos silencios heredados de la Guerra Civil y de cómo quedan todavía muchas memorias que desentrañar sobre ese pasado.
 
SINOPSIS:
Los ojos cerrados es una novela de un solo lugar, un pueblo que podría tener cualquier nombre y que por eso se llama Pueblo Chico. Pueblo Chico está anclado en una sierra agreste que a veces se cubre de niebla, otras de nieve, una sierra en la que a veces se pierden los animales, desaparecen las personas. En el pueblo vive Pedro, el anciano protagonista de esta novela, depositario de secretos que rodean a la violencia que ha atravesado el lugar durante décadas. Cuando Ariadna llega a Pueblo Chico por motivos al principio poco claros, Pedro la observa y vigila, mientras Ariadna va desvelando su propia vinculación con la historia silenciada del lugar. El encuentro entre pasado y presente, entre Pedro y Ariadna, da pie a una novela en la que Edurne Portela indaga sobre una violencia que si bien trastoca para siempre la vida de los personajes, genera la posibilidad de crear un espacio de convivencia y solidaridad.
 
 
Los ojos cerrados” parte de un sólido argumento. La novela reconstruye una larga historia que arranca con traumáticos episodios de la Guerra Civil y cuyos hilos llevan hasta el siglo XXI. Los vínculos de la trama se van descubriendo poco a poco porque la autora práctica un esmerado trabajo formal de deconstrucción de sucesos entrelazados.
La novela es un constante análisis de esas barreras entre personas y entre tiempos, también entre miradas, como si esos párpados cerrados, o esa recurrente niebla fuesen siempre un telón de acero que nos impidiese llegar a la verdad, cada vez más enquistada y cada vez más emponzoñada, por nuestros propios actos como especie humana.
Duele porque habla de nosotros mismos. De lo que vemos y de lo que no queremos ver. De nuestra/s historia/s, de nuestros secretos, de los pozos a los que un día nos asomamos.
La nueva novela de Edurne Portela es un viaje a las cicatrices de un pasado plasmado en niebla y penumbras, de una manera tan poética como tajante: y en torno a un pueblo que es tanto un lugar como un instante que quiere ser sanado pero no puede. Porque en el texto de esta novela no aparecen las palabras "Guerra Civil", "posguerra", "Franquismo", "falangistas" o "maquis", y la historia no se ubica ni geográfica ni cronológicamente. Y sin embargo, creo que cualquier lector español proyectará esas palabras sobre el texto, hasta el punto de estar convencido de que sí aparecen, cuando lea sobre una "guerra", sobre los soldados que llegan al pueblo para buscar a los rebeldes, sobre los huidos que se emboscan en la sierra o sobre las fosas en las que caen los cadáveres para nunca ser encontrados. Proyectamos, sobre la novela, como siempre hacemos al leer, no solo nuestra memoria individual o colectiva, sino también nuestra cultura literaria.
Esta es también una historia sobre la memoria, sobre la necesidad de salvaguardarla. Pueblo Chico podría ser cualquier pueblo de la geografía española, un pueblo en el que aún quedan viejos que recuerdan, a los que aún les duele lo que pasó hace más de ochenta años: esa guerra civil horrible que no fue solo la de las trincheras, fue la guerra de las familias, de los vecinos, la guerra dentro de la guerra, los silencios, las venganzas… Es una novela con descripciones magníficas, escalofriantes y durísimas; de últimos alientos, cuando no le quedan palabras de consuelo, mentiras de salvación, pero sí las palabras de amor que quedaron dormidas los años del monte, lejos de ella, y que ahora despiertan, inútiles. Percibes sus sentimientos de rabia, dolor, impotencia, soledad porque sabe lo que está por venir… Y lo que provoca en los ojos del que mira… no es vacío lo que ve en ellos, no es confusión, es una especie de desamparo, de angustia, un asomo de pavor.
 
La estructura y la trama de esta novela se trata de una violencia histórica y política, pero que, como cualquier otra, penetra en las familias, en las casas y en las personas, estallando y dejando las astillas del trauma por todas partes.
Con esos mimbres, urde una historia compleja y ominosa, cargada de secretos terribles que se callan y el peso de cosas tremendas que flotan en el aire, narrada en dos tiempos, el presente y el pasado en el que todo se originó. El lector irá descubriendo, poco a poco y de la mano de Ariadna, los vericuetos de las vidas de ese puñado de personajes y parientes, junto con todo lo que hay entre ellos.
Hay que apuntar, aunque sea brevemente, la maestría formal y estilística de Edurne Portela no sólo en la confección de las diferentes historias que se dan en la novela, sino también en el desarrollo pulido y pulcro de una red en la que nada se cae, que da sentido al conjunto y que en otras manos narrativas probablemente no hubieran dado un resultado tan brillante.
Las descripciones de estos lugares, pero fundamentalmente el impacto que estos tienen en los protagonistas de la novela, deja entrever que la naturaleza además de hermosa también puede ser una amenaza, y un lugar que atesora recuerdos de nuestras vidas.
Una literatura vigorosa encarnada en un lenguaje cada vez más medido pero a la vez también más poderoso, como comprobaréis en esta última novela, en la que la palabra se convierte en un tenso nexo para vislumbrar una realidad oculta por el paso del tiempo y la condena de los silencios.
Por ello me parece que es muy recomendable la lectura de un libro que además de tratar un tema tan importante, lo hace con un estilo muy amable con el lector y que te atrapa desde el principio, y un lenguaje precioso, lo que nos garantiza varias horas de buena lectura.
 
“Los ojos cerrados” una fórmula polifónica que da voz a todos los personajes. Hay bastantes voces, de los protagonistas principales y de algunos secundarios. Varias de esas voces se mueven además entre el presente y el pasado. Algunas de ellas están afectadas por el paso del tiempo y por las penurias sufridas y pueden llegar a no ser muy creíbles: hay en este sentido alguna “voz rota”.
Edurne Portela construye personajes sólidos, profundos. En esta obra, la mayoría de los personajes están consolidados, los dos más importantes Pedro y Ariadna, pasado y presente juntos. Sin embargo, el más carismático es Pedro, hoy un anciano algo demente, fiel guardián de los secretos de Pueblo Chico.
Sus personajes son actores de una historia original que viven atados a un recuerdo, como una maldición primigenia. Los hijos vuelven para entender a los padres, hijos y padres se quedan para esperar un regreso imposible o recordar, buscando una brizna de amor y de esperanza, todos en busca de un antídoto o de paz.
Todos saben y todos callan y miran para otro lado. Es el silencio de un pueblo que quiere seguir adelante sabiendo que eran consentidores. La responsabilidad en grupo se diluye, pero en privado pueden sentir vergüenza, miedo, silencio… así sobreviven las familias del pueblo. Los marginados ya sabrán establecer lazos entre sí, porque son los que han perdido. No haya lazos familiares que los una; los vínculos se establecerán a través del dolor, de la soledad.
 
Los ojos cerrados” de Edurne Portela es una novela sin concesiones, desde el primer párrafo, dura, que te mete en la historia y te ata a ella y te impide cerrar los ojos. Magistral.

domingo, 26 de septiembre de 2021

FRENTE A MI VENTANA CERRADA.


Frente a mi ventana cerrada pregunto cuánto más he de vivir.
 
Las sombras anegan mis persianas, y apenas marca una delgada raya la claridad.
 
El reloj tiene titubeos de corazón enfermo.
 
En un gesto convulso se crispan mis manos sobre el papel.
 
Buscan el apoyo de la tierra.
 

sábado, 25 de septiembre de 2021

LA ÚLTIMA FLOR DEL OTOÑO.




 

Yo soy la última flor del otoño.
Fui mecida en la cuna del verano,
fui puesta en guardia contra el viento del norte,
rojas llamas florecieron
en mis albas mejillas.
Yo soy la última flor del otoño.
Soy la simiente más joven de la primavera difunta,
es tan fácil ser la última en morir:
he visto el lago tan mágico y azul,
he oído latir el corazón del verano difunto,
mi cáliz sólo contiene la semilla de la muerte.
Yo soy la última flor del otoño.
He visto sus profundidades estelares,
he contemplado la luz de cálidos hogares lejanos,
es tan fácil seguir la misma senda,
cerraré las puertas de la muerte.
Yo soy la última flor del otoño.

viernes, 24 de septiembre de 2021

GORRIÓN.




Si digo gorrión
ya digo pájaro.

El pájaro presente
en nuestros juegos,
saltarín, nervioso,
lugareño.

Pardo y gris,
casi labriego,
desde la cola
hasta el cuello.

Estas migas de pan,
aquel hormiguero,
y agüita reciente de la lluvia…
¡Qué menú tan completo!

Quintaesencia de pájaro,
¡gorrión eterno!

martes, 21 de septiembre de 2021

MEMORIAS AUSENTES.

 
 
Se deshacían las memorias
cuando la tarde se volvía oscura y absurda y desaparecían las aves con misterio, al anuncio
de un portentoso ventarrón.
Se azotaban mis gozos al bailar del polvo que nublaba mi vista y enredaba mi descuidada y obscura melena.
Los males cometidos marcaban mi mente como quemaduras profundas.
A la vez que sentía el frío seduciéndome con apatía,
el miedo me agobiaba cuando el reloj de mi vida anunciaba las últimas horas y me hacía
retener aquellas injusticias que no lograba vencer,
intentando proteger los dones que con experiencia había logrado concebir, aprovechando el
tiempo o tal vez creyendo que… lo estoy haciendo…
Se deshacían las memorias
cuando la señal del mal aparecía y tocaba la puerta del corazón… inconforme y en
deshielo…
Fallecían mis instintos cuando se hacía presente la mortalidad burlándose de mis errores
con sadismo e intención…
Se me mojaba el rostro cuando mi llanto me abatía, pues ahora era el olvido mi único
consejero, que traía la soledad como severo castigo…
Se me ha secado la garganta de tanto pedir con coraje que me abandone la amnesia…
porque con ella me derrotan con facilidad hasta que mis rodillas se doblan y tocan el
suelo…
Se deshacían las memorias
cada vez que la culpa carcomía el espacio tan angosto y tedioso entre mi derecho
a desear y merecer…
Ya no cicatrizan mis heridas al dejarme llevar por la persuasión de la envidia y el ardoroso
calor del rencor…
Mi mente no logra avanzar ni un solo paso, me doy cuenta de que he olvidado los mejores
momentos de alegría…
No hay recuerdo alguno por el cual reír, ya que todos se han borrado de la manera más vil y
dolorosa…
Los sentimientos y pasiones se han borrado de la lista de recuerdos maravillosos, pues esos
recuerdos se han desvanecido hasta volverse cenizas…
Cuando termine de narrar, sentiré el éxito de un poema con amnesia…
Solo si el recuerdo no se ha borrado…