Sueño
con un lago de orillas vestidas de follaje,
con
juncos y arena y salpicar de agua y patos,
con
nenúfares y sol y helechos y brezo y abedules,
con
orquídeas silvestres y humedad y valles sombríos,
con
viejas lanchas y conchas y piedras,
con
altas cuestas y pinos y ramas y enebros,
con
hondos pantanos
cubiertos
de zarzas floridas.
Tú
me preguntas: ¿Es cálido tu corazón?,
¿sientes
el dolor y la tristeza?
y
yo respondo: Tengo alma,
pero
no corazón.
Y
a través de mi alma prudente
siento
toda la vida,
pero
un corazón que llore, un corazón que sonría,
eso
no lo tengo.
Cuando
el sol reluce sobre la superficie del agua
y
hay demasiada luz, me pongo a pensar
en
toda la luz que él irradia.
Cuando
las nubes cuelgan sobre la superficie del agua
y
todo es gris y se sienten ganas de llorar,
pienso
en mi melancolía.
Ahora
todo está oscuro y sombrío,
y
la tierra espera nieve,
para
que la flor, quemada por la helada,
se
adormezca y muera.
Mi
corazón, que arde de helada,
no
tiene ni palabra ni canción,
yace
mudo y escucha
la
pesada marcha del mundo.
Él
sabe que la canción, un día,
surgirá
violentamente.
Y
entonces sonrío, porque mi dolor
está
condenado a morir.
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