Preservé mi alma de todo lo que mancilla el alma
y me mantuve por encima del regalo de todo cobarde.
Aguanté de firme cuando me zarandeó el destino,
al procurar este mi ruina y recaída.
Migajas de las heces de la vida junto a mí,
que los días escamoteaban con cicatería mezquina.
Una cosa es ir a la aguada cada día y beber a placer,
y otra muy distinta es abrevar tras tres días de sed
Parece que el tiempo tolerara sus favores
y los dejase para los más indignos de los indignos.
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