domingo, 30 de septiembre de 2018

METÁFORA FLORAL.




 
-Ibn Hafs al-Yaziri-

Cuántas veces he ido en hora temprana a los jardines:
las ramas me recordaban la actitud de los amantes.

¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las
entrelazaba como cuellos!

Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes,
mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.

sábado, 29 de septiembre de 2018

ARTE POÉTICA.




 

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos, creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el cielo de los versos.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
¡Hacedla florecer en el poema!

Sólo para vosotros
Viven todas las cosas bajo el sol.
El poeta es un pequeño Dios.

viernes, 28 de septiembre de 2018

POEMA DE AMOR PORQUE NO SÉ ESCRIBIRTE OTRA COSA.






Te escribo este poema (que es de amor)

porque llevo unas horas tanteando

otros temas (cuestiones sin remedio):

la belleza perdida;

la infancia descuajada;

la tristeza sin nombre ni motivo.



Pero estas cosas hoy no me interesan.

Hoy sólo sé escribirte este poema.



Porque hoy te eché de menos y tú estabas

en París o en Orlando o en una calle

paralela a la mía eso no importa.

El caso es que no estabas cuando dije

‘Todo admite cien mil puntos de vista

-¿comprendes? No es posible estar seguro-

pero si tú estuvieras frente a mí,

ahora,

si estuvieras,

sería más sencillo terminar

de una vez (como fuera) este poema'.



Sería más hermoso no escribir.

domingo, 23 de septiembre de 2018

LA PAJARITA DE PAPEL.





Tato tenía seis años y un caballo de madera.

Un día, su padre le dijo:

 — ¿Qué regalo quieres? Dentro de poco es tu cumpleaños.

Tato se quedó callado. No sabía qué pedir.

Entonces, vio un pisapapeles sobre la mesa de su padre. Era una pajarita de plata sobre un pedazo de madera. Y sobre la madera estaba escrito:

Para los que no tienen tiempo de hacer pajaritas.
Al leer aquello, sin saber por qué, el niño sintió pena por su padre y dijo:

—Quiero que me hagas una pajarita de papel.

El padre sonrió:

—Bueno, te haré una pajarita de papel.

El padre de Tato empezó a hacer una pajarita de papel, pero ya no se acordaba. Fue a una librería y compró un libro. Con aquel libro, aprendió a hacer pajaritas de papel.

Al principio le salían mal; pero, después de unas horas, hizo una pajarita de papel maravillosa.

—Ya he terminado, ¿te gusta?

El niño miró la pajarita de papel y dijo:

—Está muy bien hecha, pero no me gusta. La pajarita está muy triste.

Y el padre fue a casa de un sabio y le dijo:

—Esta pajarita de papel está triste; inventa algo para que esté alegre.

El sabio hizo un aparato, se lo colocó a la pajarita debajo de las alas, y la pajarita comenzó a volar.

El padre llevó la pajarita de papel a Tato y la pajarita voló por toda la habitación.

— ¿Te gusta ahora? —le preguntó

Y el niño dijo:

 —Vuela muy bien, pero sigue triste. Yo no quiero una pajarita triste.

El padre fue a casa de otro sabio. El otro sabio hizo un aparato con el que la pajarita podía cantar.

La pajarita de papel voló por toda la habitación de Tato. Y, mientras volaba, cantaba una hermosa canción.

Tato dijo:

—Papá, la pajarita de papel está triste; por eso, canta una triste canción. ¡Quiero que mi pajarita sea feliz!

El padre fue a casa de un pintor muy famoso. Y el pintor muy famoso pintó hermosos colores en las alas, en la cola, y en la cabeza de la pajarita de papel.

El niño miró la pajarita de papel pintada de hermosos colores.

—Papá, la pajarita de papel sigue estando triste.

El padre de Tato hizo un largo viaje. Fue a casa del sabio más sabio de todos los sabios. Y el sabio más sabio de todos los sabios, después de examinar a la pajarita, le dijo:

—Está pajarita de papel no necesita volar, no necesita cantar, no necesita hermosos colores, para ser feliz.

Y el padre de Tato le preguntó:

 —Entonces ¿por qué está triste?

Y el sabio más sabio de todos los sabios le contestó:

—Cuando una pajarita de papel está sola, es una pajarita de papel triste.

El padre regresó a casa. Fue al cuarto de Tato y le dijo:

—Ya sé lo que necesita nuestra pajarita para ser feliz.

Y se puso a hacer muchas, muchas, pajaritas de papel.  Cuando la habitación estuvo llena de pajaritas, Tato grito:

—¡Mira, papá! Nuestra pajarita de papel ya está muy feliz. Es el mejor regalo que me has hecho en toda mi vida.

Entonces, todas las pajaritas de papel, sin necesidad de ningún aparato, volaron y volaron por toda la habitación.

Autor del cuento: Fernando Alonso.