Ilustración autor desconocido.
Aquel
verano, delicado y solemne, fue la vida.
Fue
la vida el verano, y es ahora
como
una tempestad, atormentando
los
barcos fantasmales que cruzan la memoria.
Alguien
retira flores muertas
del
cuarto de los invitados
y
hay una luz cansada tendida sobre el suelo,
como
un dios malherido, y van yéndose coches
en
que agitan pañuelos unos niños.
Trae
la noche
un
viento helado y bronco que es el viento
del
pasado, y en la terraza esparce
hojas
secas y rosas y periódicos, mientras miro
el
sepulcral avance del mar sobre la arena,
llevándose
y trayendo troncos viejos,
hierros
llenos de algas, y algún juguete roto.
Ahora
recorro
ciudades
que son una ciudad sola, y siempre oscura,
cargado
de maletas, sin dinero,
buscando
un hotel sin nombre
donde
alguien me espera
para
revelarme aquello que no quiero saber,
para
darme una llave...
Oigo
esta noche
tu
cuerpo desplomarse en la piscina,
y
las risas festivas
de
los amigos, encendiendo bengalas.
Y
estoy
de
pronto en una calle, esperándote
para
acudir al piso de las citas furtivas
olor
a tabaco rancio.
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