domingo, 31 de octubre de 2021

LA CAL.

 
 
Voy rascando los días en la pared
mientras dejo caer la cal al suelo,
para así marcar la huella de tus pies
y poder conservar aunque sea un recuerdo,
por si acaso decides marcharte de nuevo.
 
Deshecho a mí mismo,
desecho de mí,
tapando fugas paso el tiempo.
Fugando mis hechos
por miedo a vivir
dejando que fluya
la tierra y el cielo.
 
Deshecho a mí mismo,
desecho de mí,
cruzando mares en mis dedos.
Mareando mi pecho
con aire de ti.
Abriendo la puerta
que lleva al infierno.
Y prefiero mirar a otro sitio
mientras doy la espalda al espejo.
Y sigo rascando los días,
dejando la cal caer al suelo.
 

sábado, 30 de octubre de 2021

PERO VENGO.


 
Más de una vez me siento expulsado
y con ganas
de volver al exilio que me expulsa
y entonces me parece
que ya no pertenezco
a ningún sitio
a nadie
¿será un indicio de que nunca más
podré no ser un exiliado?
¿que aquí o allá o en cualquier parte
siempre habrá alguien
que vigile y piense
éste a qué viene?
y vengo sin embargo
tal vez a compartir cansancio y vértigo
desamparo y querencia
también a recibir mi cuota de rencores
mi reflexiva comisión de amor
en verdad a qué vengo
no lo sé con certeza
pero vengo.
 

viernes, 29 de octubre de 2021

LA ALEGRÍA SOMETIDA.

 
 
La noche comienza más temprano
en las ciudades vencidas:
los ladrones y las ratas
prescinden de la cautela
y de los pasos furtivos.
La alegría
es un enemigo replegado,
la llave
que un borracho solitario
busca en una alcantarilla.
La risa
se adereza en procacidades,
sirve de capote al desconsuelo.
 
No serán bondades
ajustadas en parágrafos
las que brinden a los rostros agostados
el semblante de la celebración
y el cariz exultante del espléndido ahora.
 

domingo, 24 de octubre de 2021

LA CARA Y EL VIENTO.

 
 
Bajo un sol inflexible
llanos ocres, colinas leonadas.
Trepé por un breñal una cuesta de cabras
hacia un lugar de escombros:
pilastras desgajadas, dioses decapitados.
A veces, centelleos subrepticios:
una culebra, alguna lagartija.
Agazapados en las piedras,
color de tinta ponzoñosa,
pueblos de bichos quebradizos.
Un patio circular, un muro hendido.
Agarrada a la tierra nudo ciego,
árbol todo raíces la higuera religiosa.
Lluvia de luz. Un bulto gris: el buda.
Una masa borrosa sus facciones,
por las escarpaduras de su cara
subían y bajaban las hormigas.
Intacta todavía,
todavía sonrisa, la sonrisa:
golfo de claridad pacífica.
Y fui por un instante diáfano
viento que se detiene,
gira sobre sí mismo y se disipa.
 
 

sábado, 23 de octubre de 2021

POETAS.

 
 
La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.
 
Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira ha hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.
 
Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Camino Cielo Amor y Dolor.
 
 

viernes, 22 de octubre de 2021

EL VUELO DEL DRAGÓN.


La princesa Rosana por la ventana miraba como los días pasaban, enojada y llorosa porque ningún príncipe de cuento la rescataba del aburrimiento. Sus tareas de princesa incluían ser bonita y muy fina, saber los cubiertos elegir y bailar el minue sin pisar ningún pie.
 
Una tarde llegó un mensajero con noticias de mal agüero, un dragón se había visto volando cerca de una granero. Rosana pensó que por fin llegaba el momento de ser salvada por un príncipe encantador, de esos que te hacen suspirar de amor. Se asomó a la ventana con su vestido más llamativo a ver si con suerte el dragón no pasaba de largo y se la llevaba volando.
 
El dragón apareció por fin, inmenso y aterrador, Rosana muy contenta fingió un desmayo y dejó tentida la mano. El dragón ya tenía más de cien años y al momento entendió textraño comportamiento.Raudo voló hasta su guarida y pronto estuvo de vuelta dejó en la mano tendida un libro y revolvió su pelo con su alientode dragón.
 
Rosana, asombrada le dio las graciasmuy educada. Cogió una rosa del jarrón y se la regaló al dragón. Gracias a él descubrió que un buen libro el aburrimiento alejaba y solo volvió a asomarse a la ventana quería disfrutar del Sol de la mañana.
 

miércoles, 20 de octubre de 2021

LOS ABISMOS. Pilar Quintana.

Hoy les traigo mi opinión de la novela ganadora del premio Alfaguara 2021. Aunque no había leído nada de Pilar Quintana las buenas críticas de “La Perra”, su anterior novela, fueron decisivas a la hora de decantarme por la lectura de “Los abismos”.
 
SINOPSIS:
Claudia vive con sus padres en un apartamento invadido por plantas que se estiran para tocarla. Como todas las familias, la suya contiene una crisis, y solo hará falta que algo o alguien llegue a detonarla.
Cada quien tiene un punto de quiebre en la infancia, y Claudia, la protagonista de esta historia, narra, desde la expectación y la mirada aguda de cuando fue una niña, los hechos que abrieron las grietas por donde se colaron los peores temores, aquellos que son irreversibles y empujan al borde del precipicio.
Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo. Tras el éxito de “La perra”, con esta novela, Pilar Quintana consolida el importante lugar que ha conquistado en las letras hispanoamericanas.
 
 
 
Entre la frontera del cuento y las mitologías familiares, Quintana adentra al lector, en  “Los abismos”  un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo.
En la Cali de los 80, la autora muestra el reflejo de una sociedad machista que empujaba a las mujeres a tomar una única vía como posible para escribir su futuro.
Claudia, una niña de ocho años, será la protagonista y narradora de una novela que en algo más de doscientas páginas es capaz no solo de estremeceros con la indefensión de un menor a manos de sus padres, sino también haceros partícipes de la frustración que enfrentaron varias generaciones de mujeres colombianas, despojadas de cualquier tipo de decisión sobre su propio futuro, abocadas a matrimonios y maternidades no deseadas, y a una vida de infelicidad. La mirada inocente de esta niña, el desapego, la falta de empatía y la dureza de su madre hacia ella marcarán un relato triste, lleno de silencios que es tan tierno a veces como desolador otras. Se trata de una novela dura, que tiene encanto precisamente en su descarnada tenacidad.
Además de lo anterior, Quintana aprovecha las páginas de su novela para hablar de temas que, afortunadamente, cada vez ocupan mayor espacio en la conversación como lo son: la muerte, las ausencias, la soledad, la depresión y la salud mental -y todo desde los ojos de una niña-. Se invisibilizaba el dolor y simplemente se decían: “que ya pasará…”
Con todo lo anterior, este libro también transcurre en el amor, en el salvavidas que representan los seres que amamos, nuestras relaciones con ellos y en los sacrificios que estamos dispuestos a asumir por protegerlos.
“Los abismos” es una lectura que lastima, confronta y abre cicatrices, pero también una experiencia excepcional y poderosa que consigue transmitir de una manera tan bonita y clara como es propio de las grandes narradoras. La autora logra estremecer con una historia en donde un espacio, una palabra, un silencio o una persona pueden llevar consigo el abismo que se trague la selva en la que nos sentimos a salvo.
 
Con esta segunda novela, en la que la escritora colombiana, explora los anhelos y frustraciones de las mujeres de su tiempo desde una mirada infantil.
Pilar Quintana ha construido una novela intimista, con una voz narradora deslumbrante en su ingenuidad que, desde la memoria del hogar, conduce al lector por las obsesiones que pueblan la niñez de la protagonista.
Es una voz descriptiva, que no hace juicios o digresiones. La narración avanza a partir de las acciones y los diálogos. Ritmo firme, siempre avanzando, manteniendo la velocidad, el tono y la tensión, algo que al estar tan bien hecho podría parecer sencillo y muy fácil, pero que en realidad no lo es. Pilar Quintana estructura una historia dividida en cuatro partes, en las que son importantes las descripciones de los espacios que habitan sus personajes, y en donde la fuerza narrativa se concentra en datos que se arrojan como pinceladas y que llenan de complejidad la vida aparentemente simple o normal de una familia de clase media en los años 80 en Cali. Una familia normal significa una familia disfuncional, como lo son todas, cada una a su manera.
La prosa encantadoramente cotidiana es limpiamente realista, se convierte en un paseo de palabras precisas, fluidas, exactas. Tiene una nitidez poética, un cuidadoso trabajo de escenas que configuran una escaleta de acciones y que reflejan su formación y su experiencia como guionista que piensa en imágenes.
La autora nos envuelve en una trama que es puro zarandeo emocional, en la que no existen víctimas y verdugos sino diferentes personajes que están al borde del precipicio.
En ese juego de voces cae el velo de esos momentos traumáticos de la niñez que un adulto intenta ocultar. Quintana no tapa esos elementos que dan pavor, si no que alimenta la voz de la niña.
Recuerdos, historias familiares, relatos ajenos y memorias propias se van cruzando en este relato cotidiano que también sirve como una forma de observar y cuestionar los mandatos sociales de mediados del siglo XX, a la sociedad colombiana, y en particular, a la de la ciudad de Cali.
Leer esta novela es como tomar agua fresca. Leer “Los abismos” es dejarse arrastrar por un torrente de melancolía a través de sus páginas, con el alma en vilo, vislumbrando aquellos abismos oscuros que parecen rodear a los personajes.
 
Sin duda, es una novela bien escrita y de fácil lectura, que consigue un verosímil retrato de esos dos personajes femeninos: de la madre en un segundo plano y de la hija en el primero. Sus personajes femeninos son fuertes y llenos de aristas. Se escapan a lo convencional, exploran los umbrales y límites de la psicología y las situaciones vitales.
Seguir la narración de la pequeña Claudia es encontrarse con el punto en el que la infancia se ve interrumpida por un suceso que la quiebra. La ingenuidad propia de una niña que se ve rota ante los problemas que deben enfrentar sus padres, ante la crisis que lo oscurecen todo y se convierten en abismos que la obligan a olvidar los juegos, su muñeca favorita, la tranquilidad y la diversión.
Es la sensibilidad con la que Pilar Quintana suma su voz pasada y presente, para construir una coral hermosa, dolorosa y real sobre la vida, sus momentos de lucidez y sus días más angustiantes.
La historia configurada por Quintana se ubica en un hilo temporal que responde a los recuerdos de Claudia y su infancia, protagonista de la novela, pues a partir de ella conoceréis a los otros personajes de la historia.
Además del padre, la madre y la niña, se pasean por esta novela una galería de personajes que, como las fotos que analiza la niña, sirven para retratar un contexto en el que el patriarcado asfixia no solo a las mujeres sino también a los hombres. A ellas les niega la posibilidad de una vida distinta al matrimonio, la maternidad y el hogar.
Uno de los aspectos destacables de la novela es la forma en la que está recreada Cali, la facilidad de Quintana de describir su atmósfera, su paisaje, y cómo eso se va filtrando en los personajes de la novela.
 
“Los abismos” es una especie de fotografía en movimiento que no necesita desplazarse para recorrer harto camino. No dejéis pasar esta oportunidad de acercaros a la autora.