Te saludo, Esperanza, tú que vienes de lejos
innunda con tu canto los tristes corazones.
Tú, que das nuevas alas a los ensueños viejos.
Tú, que llenas el alma de blancas ilusiones.
Te saludo, Esperanza, forjarás los ensueños
en aquellas desiertas, desengañadas vidas
en que huyó lo posible de un porvenir risueño,
y en aquellas que sangran las recientes heridas.
A tu soplo divino huirán los dolores
cual tímida bandada desprovista de nido,
y una aurora radiante con sus bellos colores
anunciará a las almas que el amor ha venido.
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