La
noche comienza más temprano
en
las ciudades vencidas:
los
ladrones y las ratas
prescinden
de la cautela
y
de los pasos furtivos.
La
alegría
es
un enemigo replegado,
la
llave
que
un borracho solitario
busca
en una alcantarilla.
La
risa
se
adereza en procacidades,
sirve
de capote al desconsuelo.
No
serán bondades
ajustadas
en parágrafos
las
que brinden a los rostros agostados
el
semblante de la celebración
y
el cariz exultante del espléndido ahora.
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